El espíritu se la juega
La canadiense Anne Carson goza de un amplio prestigio tanto en su país como en EE UU, donde ha publicado la mayor parte de su obra, que incluye estos dos libros de poesía
La escritora canadiense Anne Carson (Toronto, 1950) goza de un amplio prestigio tanto en su país como en EE UU, donde ha publicado la mayor parte de su obra, que incluye tanto poesía (Glas, Irony and God, 1995) como narrativa (Autobiography of Red, 1998) y crítica literaria (Economy of the Unlost, 2000). El influyente Harold Bloom concluyó su monumental libro Poemas y poetas (Páginas de Espuma, 2015) analizando su obra y, en particular, un poema glorioso: ‘El viejo suéter azul de papá’. No extrañaría que un año de estos ganara el Premio Nobel. Es profesora universitaria de griego antiguo y ahora se traducen —excelentemente, por cierto— dos libros suyos: Decreación (Vaso Roto) y Eros (Dioptrías). El primero —con prólogo certero de Jeannette L. Clariond— contiene magníficos poemas, pero también penetrantes ensayos y hasta un libreto de ópera. El segundo es un ensayo escrito con la libertad que aportó en su día la crítica posestructuralista, un poco en la línea de Roland Barthes.
Entre los dos libros hay evidentes vasos comunicantes. Decreación explora —entre otras tantas cosas— un poema de Safo (siglo VII antes de Cristo) del que Carson obtiene una plausible relación entre la naturaleza del pensamiento y la pobreza como despojamiento y búsqueda de lo profundo incontaminado. Eros arranca con estas palabras de la poeta griega: “Eros… esa pequeña bestia dulce y amarga…”. Los dos libros se sumergen en una constante interrelación entre épocas, aunque Eros es más atrevido en eso: de Arquíloco podemos pasar a Barthes, de Alcmán a Freud, de Teognis a Sartre, por mencionar solo algunos de los posibles bandazos temporales. Decreación agita igualmente las aguas de los tiempos, los autores y los géneros, estableciendo provocadoras convivencias como —entre otras— la de Kant con Antonioni y Monica Vitti.
Decreación, siguiendo a Simone Weil —la autora de ese neologismo—, es una invitación a salir del yo para poder acceder a Dios o, incluso, para poder entrar en el universo del amor que exige abandono y pobreza. Eros postula que el amor, fatalmente, es deseo insatisfecho, carencia, lejanía, nostalgia infinita por acceder al otro. Es justamente esa imposibilidad —fuente de desgarros y magulladuras de todo tipo— la que agudamente rastrea este libro, haciendo gala de un conocimiento asombroso de la cultura literaria de la Grecia antigua. Decreación, por su parte, recuerda el sufrimiento extremo de mujeres que rompieron límites como la mística francesa Marguerite Porete o como —añado yo— la también mística Simone Weil, el gran timonel de este libro.
Eros, en su tensión entre el deseo y su objeto esquivo, alcanza a representar a otros territorios de la actividad humana, como la escritura misma, la lectura, el conocimiento, todos ellos marcados por lo ausente que se desea. Decreación, con su tensión entre el despojamiento y la gracia, recuerda, con Simone Weil, que “No poseemos nada en este mundo más que el poder de decir ‘Yo’. Esto es lo que debemos entregar a Dios”. En los dos casos el espíritu se la juega a fondo como siempre ocurre con el Arte con mayúscula.
Decreación. Anne Carson. Traducción de Jeannette L. Clariond Vaso Roto. San Pedro de la Garza, México /Madrid, 2014. 359 páginas. 25 euros
Eros. Anne Carson. Traducción de Miguel Ángel Serna. Dioptrías. Madrid, 2015 235 páginas. 19,99 euros
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