Alberto Garzón: “Leo para deconstruir mis ideas”
A sus 30 años recién cumplidos aspira a ser presidente del Gobierno. A pesar de su juventud parece más un intelectual que un político
A sus 30 años recién cumplidos aspira a ser presidente del Gobierno, con el reto de dar la vuelta a unas encuestas no precisamente favorables. Economista y estudioso, el candidato de IU-Unidad Popular, Alberto Garzón (Logroño, 1985), lleva ya cuatro libros publicados. A pesar de su juventud parece más un intelectual que un político. En ocasiones se adivina incluso incómodo en el papel que le ha tocado jugar en un escenario que describe dominado por el cinismo.
—¿En campaña se lee?
—Yo sí, y leo mucho además. En cada tren que nos trasladamos leo. Leo siempre para deconstruir mis ideas y después escribo mucho para construirlas. La lectura es un pilar fundamental para no caer en burbujas.
—¿Qué lecturas le acompañan esta precampaña?
—Yo soy muy poco dado a la literatura. Tengo mi casa llena de libros, pero leo más ensayo, filosofía política, economía. Ahora mismo estoy leyendo Elogio a la política profana, de Daniel Bensäis. Recientemente he leído un libro sobre los agujeros negros y otro de relatos matemáticos a los largo de la historia.
—¿En qué títulos se inspira para sus discursos?
—En ocasiones ni siquiera me los preparo. Mis intervenciones no son mitineras, no hago discursos de agitación, sino pedagógicos. Nunca he leído un libro de discursos, solo uno de Robespierre que obvio que no es una influencia directa. En el corpus ideológico, David Harvey es fundamental para mí, es un marxismo heterodoxo que yo creo que explica muy bien la crisis actual. Pero no tengo una fuente prioritaria.
—¿Cuántas veces ha leído el Manifiesto Comunista?
—(Ríe) Leerlo solo una o dos veces, pero sí lo he trabajado mucho en mi visión académica.
—¿Dónde lo guarda? ¿En la mesilla?
—No, lo tengo en la estantería del marxismo clásico, con Engels, Rosa Luxemburgo, Trotski… No está en la estantería principal. Sí los de David Harvey.
—¿Qué nos queda del ¡Indignaos! de Hessel?
—Ese libro es un panfleto, no lo digo en sentido peyorativo, tiene una misión que es la agitación. Pero creo que se ha construido mucho relato mitificado sobre ese libro, la mayoría de la gente del 15-M no se lo leyó. Era un panfleto muy, muy moderado, un humilde y modesto panfleto de muy pocas páginas además. Es más un éxito comercial.
—¿Coincide con Pablo Iglesias en que la política se explica en términos de Juego de tronos?
—Estoy en absoluto desacuerdo con ese símil. Creo que en realidad la política se explica fundamentalmente por el aspecto económico. Soy seguidor de la serie y tengo los libros en inglés. Lo que sí hay es un juego por el poder político dentro de un marco económico.
—Se pregunta en su último libro, A pie de escaño, recordando Un Mundo Feliz: "¿Cómo podemos saber que lo que creemos es nuestro propio pensamiento y no lo que nos han dicho que debemos pensar?"
—Yo soy amigo del pensamiento crítico, la herramienta que nos permite estar atentos ante la posibilidad de que otros piensen por nosotros. Cuando a veces tenemos prejuicios que no somos conscientes de cómo se han construido -por qué opinamos esto de Venezuela, o de Siria, o de Izquierda Unida…-, si no estamos atentos, acabamos por ser esclavos del pensamiento de otros. El único antídoto es la verdad, el conocimiento, la cultura; la educación.
—Dice también en esa obra: "Lo más importante es diferenciar la esencia de la apariencia". ¿Cuánto hay de esencia y cuánto de apariencia en el debate político?
—Ahora mismo en el debate político casi todo es apariencia. Tenemos a cuatro partidos políticos peleándose por el centro, y cuyos programas hace un año no eran los mismos que los de ahora. Los han ido modulando en función de las expectativas electorales. Por lo tanto están huyendo de la esencia, de lo que piensan realmente, para construir lo que quieran que se crea de ellos. Son partidos convertidos en personajes. La política se ha convertido en un espectáculo en el que nadie dice la verdad porque puede penalizar electoralmente.
—¿Con qué personaje literario identificaría al resto de candidatos?
—En el ámbito de los cómics Mariano Rajoy tiene un cierto parecido a Gargamel de Los Pitufos, aunque él es más amable en la realidad. A los otros tres les podríamos llamar Mortadelo, por la cantidad de disfraces que utilizan.
—¿Su reto electoral es casi de ciencia ficción?
—Yo tengo un rato bastante importante. El reto es repensar la izquierda el día después, que siempre es un ejercicio de política ficción porque en el fondo estamos hablando de la utopía. Estamos obligados a construir un nuevo relato utópico que empuje a la gente hacer las cosas en positivo y no con miedo. Cambiar la narrativa de la derrota por la capacidad de construir.
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