Extraño ‘zapping’
Es raro, raro este ambiente de campaña en el 'zapping' televisivo. Reina una extraña calma
Podemos ficha a un general con galones que provoca la ira de Soraya pasándole a la reserva. Tras la bomba de relojería de ayer reaparece la presión en Cataluña y se disponen a soltar amarras mientras algunos se marcan faroles jugando al póquer, a la espera de que la mano que muestren los españoles tras las elecciones permita a los tahúres teledirigidos por Artur Mas ganar o no la apuesta.
Mariano no sabe ni contesta, mientras Albert Rivera reparte su aplomo de emprendedor favorito para la nueva Transición por los platós y se juega la vida con Calleja al volante en Cuatro. A Pedro Sánchez no le hacen el caso debido y, pese a liderar una imagen de marca con pedigrí en la antigua política, tiene que pedir paso como quien acude a una entrevista de trabajo bien vestido y convenientemente perfumado…
Es raro, raro este ambiente de campaña en el zapping televisivo. Reina una extraña calma. Aquella fiebre de cambio que vivía el país tras las elecciones europeas, cuando dio comienzo el acelerado desguace del bipartidismo, parece haber remitido: ¿será hartazgo o es que la ciudadanía guarda celosa su sentencia, despistando como en una perversa tanda de polis y cacos, para soltar el zarpazo final en las urnas? Mientras tanto, los políticos juegan sus bazas con medida ansiedad. La radicalidad de los aparentemente incendiarios se amansa. El sadismo neocon de quienes se han merendado los derechos de la gente se disfraza. El sentido común de un electorado que desde la primera llamada al voto ha sabido elegir en cada contexto con el juicio debido no da pistas fáciles de escudriñar.
Nada que temer. Hasta Marhuenda alaba a Errejón e Iglesias: dos por uno en laSexta noche, comentando la jugada del fichaje militar. Ni siquiera Monedero salta a la yugular de los periodistas que el domingo le acogían como a un buen chico en Salvados. Todo en orden. Catódico, al menos.
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