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Crítica
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Olmos y Robles’, la pareja

Programar el 'making of' después del primer capítulo de la nueva serie de La 1 sirve para comprobar las diferencias entre lo que se que se ha hecho y lo que se cree que se ha hecho

Ángel S. Harguindey

Programar el making of inmediatamente después de la emisión del primer capítulo de Olmos y Robles, la nueva serie de La 1, conlleva ciertos riesgos. En primer lugar, surge la inevitable referencia al cernudiano La realidad y el deseo, sin su halo poético, naturalmente, aunque sirve para comprobar las diferencias entre lo que se que se ha hecho y lo que se cree que se ha hecho. Escuchar a los productores, al director o a los actores de la serie explicar las características de la misma tras su visionado nos remite al complejo concepto de universos paralelos. Y en segundo lugar, el coprotagonista, el teniente Robles (Rubén Cortada), muestra una dicción y desenvoltura mucho más agradecida en el documental que en la serie, aunque eso es un problema de la dirección de actores.

Olmos y Robles, al menos de momento, no es una mezcla de comedia y thriller, como se empeñan en propagar sus responsables. Es una serie policíaca con una pareja de guardias civiles (el ya mencionado Cortada y Pepe Viyuela) que encuentra en su disparidad un contrapunto funcional y en el entorno geográfico, el riojano pueblo de Ezcaray, un caldo de cultivo para un reparto coral proclive a los estereotipos.

En todo caso, el primero de los ocho capítulos de la serie demuestra una correcta narración visual, un sólido plantel de secundarios y una trama hábil y, probablemente, algo precipitada: presentar a los personajes centrales y resolver un caso de un asesino en serie que actúa bajo la influencia de El cantar de los siete Infantes de Lara en poco más de una hora impide trabajar algo más el perfil de los personajes.

Curioso resulta, por otra parte, encontrarse con caras ya muy conocidas de otras series radicalmente distintas (Aída, La que se avecina, Camera café, Doctor Mateo...) que sin embargo consiguen transcender los papeles que les hicieron populares.

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