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LIBROS

Dos vidas de un diarista irredento

Ricardo Piglia empezó a escribir la obra de su vida, sin saber que lo iba a ser, hace casi 60 años

El autor argentino Ricardo Piglia.
El autor argentino Ricardo Piglia.Daniel Mordzinski

Ricardo Piglia ha confirmado que la memoria tiene vida propia, como el corazón, y nadie la manda; los recuerdos van por libre. Para desentrañar esa sensación de haber vivido dos vidas, la real y la de los recuerdos, ha vuelto al origen de su escritura. A esa que el autor argentino (Adrogué, provincia de Buenos Aires, 1940) empezó en secreto en la adolescencia y que con el tiempo se convirtió en una leyenda entre los escritores latinoamericanos y alrededores. Escribía todos los días en un cuaderno de tapas de hule negras que se convirtió en un diario improvisado hasta sumar 327 cuadernos idénticos en estos últimos 58 años. Ahí está, vive, el otro Ricardo Piglia, ¿el verdadero? Emociones, sensaciones, ideas y episodios guardados, día a día, como tesoros, muchos convertidos en restos no reconocidos hoy. Semillas de su literatura conocida y por escribir. Una vida que verá la luz, por fin, en Los diarios de Emilio Renzi, cuyo primer volumen, de tres, publicará Anagrama este septiembre.

Llegan en un momento crucial de la vida de uno de los escritores contemporáneos en español más importantes. Su prestigio crece y se confirma con premios como el Formentor de las Letras, que se concederá en un mes en Mallorca, pero que no podrá recibir en persona debido a la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), detectada el año pasado. Una enfermedad que aceleró su deseo de desandar su vida, de revisar aquellos escritos, “mejores que los de ahora”, y pensar si los hacía públicos.

Sí, valía la pena otro riesgo en su vida, ahora con 74 años. Y con un toque más literario: pasaría todo a la tercera persona, y nadie mejor para ello que la voz de Emilio Renzi, aquel alter ego periodista y aspirante a escritor, creado en 1967 en el relato ‘La invasión’ y que luego sería habitual en sus obras, cuyo nombre entresaca de su segundo nombre y segundo apellido.

Anotaciones de casi 20.000 días guardadas en 327 cuadernos repartidos en 40 cajas de cartón. Su vida personal y búsqueda literaria y la de Argentina versionadas por su letra de bolígrafo en azul y negro…

Anotaciones de casi 20.000 días guardadas en 327 cuadernos repartidos en 40 cajas de cartón. Su vida personal y búsqueda literaria y la de Argentina versionadas por su letra de bolígrafo en azul y negro… Perón, el golpe de 1966, la muerte del Che Guevara, la vuelta de Perón, el golpe militar y la dictadura… Años después explicaría: “El diario, sin duda, es un género cómico. Uno se convierte automáticamente en un clown. Un tipo que escribe su vida día tras día es algo bastante ridículo. Es imposible tomarse en serio. La memoria sirve para olvidar, como todo el mundo sabe, y un diario es una máquina de dejar huellas. Me gustan mucho los primeros años de mis diarios porque allí lucho con el vacío total: no pasa nada, nunca pasa nada en realidad, pero en ese tiempo me preocupaba, era muy ingenuo, estaba todo el tiempo buscando aventuras extraordinarias. Empecé a robar la experiencia a gente conocida, las historias que yo me imaginaba que vivían cuando estaban conmigo. Escribía muy bien en esa época, dicho sea de paso, mucho mejor que ahora, tenía una convicción absoluta, que es siempre la mejor garantía para construir un estilo”.

Piglia registraba su vida, privada y pública, como si fuera de otro. ¿Era otro? Sin saberlo se adelantó a reinaugurar una parte del siglo XXI literario. Esa moda actual del yo, del escritor que convierte su realidad en materia literaria y busca llevarla al extremo, hasta difuminar las fronteras de lo real y lo ficticio para crear una dimensión nueva.

Era 1957, y tenía 16 años cuando su familia, padres y hermano tuvieron que salir casi corriendo de Adrogué. Allí, al sur de Buenos Aires, había nacido y vivido. De golpe, iba hacia una nueva vida luego de que su padre saliera de la cárcel, a donde había ido a parar tras la caída del Gobierno de Juan Domingo Perón, en 1955. “Viví ese viaje como un destierro. Después nunca me ha importado el lugar donde he vivido”, confiesa Piglia en el documental que ha hecho sobre él Andrés Di Tella: 327 cuadernos, un diario cinematográfico sobre el encuentro de Piglia con sus diarios y la lectura que hace de ellos. Se estrenará el 5 de septiembre en las salas de cine argentinas y en la televisión, y en septiembre estará en el Festival de Cien de San Sebastián. Tres años de rodaje que muestran la evolución del proyecto de Piglia con sus diarios hasta la primavera pasada, cuando su situación de salud ya era otra. “¿Dónde estoy yo? Invisible en el recuerdo soy el que mira la escena”, dice el autor de Respiración artificial en la película. Son 79 minutos donde se imbrican literatura y vida. Realidades y deseos.

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