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Nueve planes artísticos para apurar el verano en Madrid

De Zurbarán a Picasso, de Pepe Hernández a Carl Andre, del punk a la poesía

Estrella de Diego
'Billete de cinco libras con nariz roja', obra de Hans Peter Feldmann de 2012.
'Billete de cinco libras con nariz roja', obra de Hans Peter Feldmann de 2012.

El verano está llegando a su fin y los horarios se imponen. Aunque quedan las vacaciones tardías que dejan tiempo para apurar las últimas visitas a exposiciones, algunas de las cuales están a punto de clausurarse. Por eso, si están en Madrid, bien porque hayan llegado de visita o bien porque no hayan salido, les propongo nueve planes para disfrutar los últimos momentos vacacionales cuando la ciudad no ha recuperado aún del todo su ritmo frenético.

Un primer plan debe ser la visita al Museo Thyssen, donde hasta el 13 de septiembre se puede ver a Zurbarán con sus santas guapas y sus bodegones dramáticos. Será el aperitivo de un otoño que se presenta animadísimo con dos muestras que seguro van a dar mucho que hablar: La ilusión del Lejano Oeste y la monográfica de Munch, al cual no se ha visto desde aquella mítica exposición de la Biblioteca Nacional, hace 30 años.

La segunda posibilidad es una visita al Prado, donde, además de los cuadros de Picasso que han llegado de visita desde Suiza, se puede ver la donación de Plácido Arango, uno de nuestros más prestigiosos mecenas, quien ha preferido que sus piezas se diseminen por las salas del museo en lugar de mostrarlas en una sala con su nombre. Es muy divertido ir buscando las obras y sirve para darse un paseo. Desde ese punto de vista, la institución está de enhorabuena en estos últimos tiempos, porque los buenos oficios de los que hablaba en su conferencia para la Fundación Arte y Mecenazgo Philippe de Montebello para obtener donaciones están dando muy buenos resultados. Y hablando de dicha fundación, es imposible no rememorar, en este final de verano —quizás porque acercarse al otoño es pensar en la existencia—, una pérdida tristísima para el mundo de la cultura, la de Leopoldo Rodés, quien se ha ido de repente y sin esperarlo.

La tercera opción, sumida también en las ausencias, es rendir homenaje a un pintor muy especial —y excelente grabador—, Pepe Hernández, cuya exposición puede verse en el Museo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando —buen momento para volver a visitar la colección, por cierto—. Se fue pronto Pepe, igual que Ángel González, autor de algunos de los textos más míticos sobre él. Se les echa mucho de menos a los dos.

Pero no hay que ponerse tan melancólico, así que para pasar una tarde estupenda ahí va el cuarto plan: ¿qué tal una visita al Centro Dos de Mayo en Móstoles? Además de la muestra sobre los rastros del punk, allí siempre pasan cosas. De hecho, es uno de los centros más activos de Madrid, gracias a su excelente equipo y a su director, Ferran Barenblit, que acaba de ser nombrado responsable del Mac­ba. Esperemos que se gestione bien ese relevo.

La quinta propuesta es combinar Retiro con Carl Andre —el asesino no convicto de Ana Mendieta, dicen muchas malas lenguas—. Un buen plan para quien no ponga reparos a los machistas y convencionales minimal.

El sexto plan es el Matadero, con su patio de verano incluido, y el séptimo darse una vuelta por la deliciosa librería de Ivorypress —que abre nueva expo en septiembre— para deleitarse con libros de artista para todos los bolsillos como el último de Vik Muniz.

Por fin, el octavo y el noveno son dedicar un instante a la poesía. Propongo el tan citado libro de Antonio Lucas —Los desengaños— o el de Luis Pérez Oramas, La dulce astilla, que acaba de publicar Pre-Textos. Y ¿por qué no? Se puede también leer un clásico como el mexicano Rubén Bonifaz Nuño, publicado en Visor. Un buen modo de entrar en el otoño.

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