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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Elogio de la pereza

Es lo que tiene tirarse tres meses en una isla sin hacer otra cosa que pescar, comer, dormir y mostrar a la ciudadanía lo que es el trastorno afectivo bipolar

Ángel S. Harguindey

Lo primero que hay que aclarar es qué se entiende por famoso en los arcanos de Telecinco, pues si se acepta la definición de la RAE (“insigne, excelente en su especie”) habría mucha tela que cortar para definir así a los participantes de Supervivientes, el concurso con el que la cadena llena y rellena su parrilla y la de Divinity a lo largo de los días, las semanas y los meses con un notable éxito, más de 3.335.000 espectadores de media, casi el doble que la última entrevista de Pedro Piqueras a Mariano Rajoy, quien no deja de ser, a su manera, otro superviviente.

El programa de la final fue, como era de prever, largo, muy largo. Mucho abrazo, mucho beso, mucho aplauso, mucho chiste de Jorge Javier, mucho meter el dedito propio en el ojo ajeno a ver si salta la bronca, mucho helicóptero y mucho recibimiento al insigne Nacho Vidal como si fuera Haile Selassie en sus mejores tiempos rastafarianos. Es lo que tiene tirarse tres meses en una isla sin hacer otra cosa que pescar, comer, dormir y mostrar a la ciudadanía lo que es el trastorno afectivo bipolar, ese paso espectacular de la alegría a la depresión, del abatimiento a la agresividad, aunque quizá ese didactismo psiquiátrico es lo que justifica su excelencia de la especie.

Del resto de los finalistas, ¿qué decir? Que ganó los 200.000 euros del premio el joven Cristopher (¡ojito con Hacienda, que se lleva una pasta, querido!), que en una de las últimas pruebas de eliminación hubo que repetir el tinglado por un fallo técnico, con perdón de la técnica, y que incluso se intuyó que hizo una pequeña trampa en la repetición que la cadena no quiso mostrar de nuevo, por si acaso. Que Isabelita Pantoja, Rafa Camino y Rubén demostraron cómo se puede vivir en una isla sin hacer nada y no morir en el intento, y que Fortu-prepárate-va-a-estallar-el-obús tiene un mal perder tan espectacular como la montaña rusa anímica del famoso Nacho Vidal.

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