Un mismo cuarto para Brotherus
El relato autobiográfico se ha vuelto aún más explícito —e incluso confesional— en esta nueva serie, pero el juego de reescritura de la historia del arte, más sutil y complejo
La obra de la fotógrafa Elina Brotherus (Helsinki, 1972) siempre se ha caracterizado por mantener unos fuertes rasgos de singularidad que impiden la total adscripción de su trabajo a las tendencias dominantes en la creación fotográfica de las dos últimas décadas. Así ocurre en su relación con la fotografía escenificada de los años noventa; el cruce y diálogo entre fotografía y pintura; o la más reciente reformulación de categorías como lo sublime o lo pintoresco asociadas al paisaje. Su trabajo ha mantenido algún tipo de conexión con estos referentes, pero Brotherus ha conseguido dotar de un acento particular cada una de sus propuestas gracias a la inclusión de un marcado componente autobiográfico y autorreflexivo en sus escenificaciones; la utilización de textos en las imágenes, a modo de indicios personales y emocionales; o la profundización en la relación entre figura y paisaje.
El grupo de imágenes que presenta en esta exposición pertenece al proyecto Doce años después, donde procede a revisar una serie anterior, Suites françaises (1999), y, en clave autobiográfica, vuelve a la misma habitación donde se alojó entonces. Brotherus no solo deja que afloren los cambios vitales y emocionales ocurridos, sino que muestra, además, la evolución en su obra; especialmente en lo que se refiere a la madurez de la artista como modelo, a la figuración del cuerpo, o a la investigación formal a través del paisaje. El relato autobiográfico se ha vuelto aún más explícito —e incluso confesional— en esta nueva serie, pero el juego de reescritura de la historia del arte y, específicamente, de la pintura, de sus modelos y temas —siempre presente en su trabajo— es ahora más sutil y complejo. A pesar de esta coherente evolución, sus excelentes paisajes con figura, sin abandonar nunca un interés esencial por los problemas de composición, siguen invitando a la contemplación y a la meditación a través de la reflexión sobre el papel y el lugar que desempeña y ocupa, respectivamente, la doble mirada superpuesta del artista y el espectador.
Elina Brotherus. El regreso y la nostalgia. Cámara Oscura, Madrid. Hasta el 23 de mayo.
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