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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Al banquillo

En esa carísima televisión que pagamos obligatoriamente, dedican su atención a Rajoy, pero no para preguntarle sobre la decisión del pérfido juez Ruz sobre Gürtel

Carlos Boyero

Durante la mañana del viernes leo en la prensa algo que además de necesario también es venturoso. Informan del procesamiento de 40 miembros de la política y el empresariado, profesiones lógicamente fraternales, por la repugnante movida de Gürtel. Deben de existir muchas como esa que la plebe jamás conoceremos, pero nos conformamos con un poquito de justicia, sin exageraciones, la mínima, para frenar la alarma social y seguir creyendo algo tan cómico como que los buenos van al cielo y los malos al trullo. Las televisiones hablan de ello. El informativo de laSexta (aviesa promotora de los monstruos de Podemos, con los que todo dios que tiene algo suculento y ancestral que perder se ha puesto de acuerdo en que se comerán a los niños, quemarán las iglesias, montarán otro Gulag, invocarán al diablo en aquelarres bajo la luz de la luna y cosas peores) comienza hablando del tema, intentando en vano que el mudo Rajoy dé su opinión sobre el procesamiento de tantos y entrañables compañeros de partido, un negocio en el que hasta el más tonto pillaba algo sabroso, incluidos los sobrecillos mensuales para afrontar la dura vida.

A las tres de la tarde conecto con el telediario de La 1, a ver qué cuentan. Escucho los titulares y descubro que entre las toneladas de información trascendente que acumulan, han tenido un olvido mental que presagia alguna enfermedad neuronal o el alarmante comienzo del alzhéimer.

En esa carísima televisión que pagamos obligatoriamente sin tener claro para qué sirve, dedican inicialmente su atención a Rajoy, pero no para preguntarle qué opina sobre la decisión del pérfido juez Ruz sobre Gürtel, sino para informarnos de que el gran timonel se encuentra en Zaragoza, preocupadísimo por las inundaciones del Ebro. Un rótulo nos asegura que el Gobierno se volcará en sus ayudas para paliar el desastre. Y apago la tele estatal. A lo mejor, han reservado lo de Gürtel para el final.

La desvergüenza excesiva me produce estupor. Cualquier espectador con dos dedos de frente enrojecía ante Telemadrid, esa finca de la zarzuelera e incorruptible Aguirre. Han llegado a TVE con el método sabido. No necesitan improvisar. Y trato de imaginar el tratamiento de Canal Sur sobre los ERE o el de TV3 sobre el pujolismo. Mejor no.

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