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PURO TEATRO

Dos comedias estupendas

'Pulmons', de Duncan Macmillan y 'Tortugues', la brillante revelación de Clàudia Cedó triunfan en Barcelona

Marcos Ordóñez
Dani Arrebola y Clara Cols, en una escena de 'Tortugues'.
Dani Arrebola y Clara Cols, en una escena de 'Tortugues'.

1. Es muy difícil, dificilísimo, lograr que la endiablada partitura de Pulmons (Lungs, 2010), de Duncan Macmillan, fluya y “parezca” fácil. Triple bravo: para Marilia Samper, que la ha dirigido; para Carme Camacho, que la tradujo al catalán, y para Carlota Olcina y Pau Roca, que la interpretan maravillosamente. Lo único que no me gusta de Pulmons es el título. Creo que tardé en verla porque me temía la crónica de una enfermedad terminal, una apoteosis del mal rollo. Y nada de eso. La función fue un éxito la temporada anterior en la Beckett y lo está siendo de nuevo en el Espai Lliure. Al fin la he pillado: más vale tarde que nunca. Durante un buen trecho, la pareja protagonista se plantea los pros y contras de tener un hijo. Para ser más precisos: de traer un hijo a este mundo. Pero no teman una comedieta al uso sobre las venturas y desventuras de “ser papás” (y mamás, claro): Pulmons es una comedia dramática sobre cómo salir adelante en pareja. Sobre la barca del amor y los escollos de la vida cotidiana, sobre los abismos entre las teorías y la realidad de dos personajes contradictorios que se quieren, que tienen miedo al futuro y al presente, que hablan y hablan, que se pisan la palabra (“¡Respira! ¡Respira!”), que se abrazan y se alejan y vuelven a abrazarse.

Dos en la carretera habría sido un buen título, pero ya lo pilló Stanley Donen. Pulmons se parece un poco a aquella estupenda película, solo que aquí Ella (lo siento, los personajes no tienen nombre) hace el papel de Albert Finney, por así decirlo. Al revés de las habituales comedias de pareja, donde el rol de meganeurótico, torturado y parlanchín suele corresponderle al hombre.

Él y Ella son treintañeros, o casi. Él es músico, sin demasiada suerte, y ha de buscar un trabajo fijo. Ella está a punto de conseguir un doctorado. Hay un cierto desequilibrio en sus perfiles. Él es un encanto: sensato, paciente. A Ella dan ganas, a ratos, de lanzarle un dardo adormecedor. Ahí está la gracia del personaje, pero también el riesgo. El fervor y la sinceridad, a cambio, son sus bazas. Y la complicidad, la química entre ambos. Entre Él y Ella, y, naturalmente, entre Carlota Olcina y Pau Roca.

Duncan Macmillan pedía escenario desnudo. Samper ha colocado una cama en el centro, y es muy buena idea. Una cama para los abrazos y los descensos; una cama que se convierte en coche, en lavabo, en despacho. Pulmons está tan bien observada como construida. La estructura y la brillantez de los diálogos son la clave del texto. Saltos en el tiempo sin, felizmente, fundidos a negro. Y sin que nos perdamos. Cambios de tono: del humor al dolor. El ritmo constante y la suprema atención a los matices son la clave de la puesta. Quizá haya un breve empantanamiento en la parte final. Breve, porque en seguida se dispara en otra dirección que no revelaré. Una dirección que algunos pueden considerar convencional, por ya vista, o demasiado sentimental. A mí me emocionó, y creo que ese giro está muy bien dado. Pulmons divierte, entretiene, hace pensar, llega al corazón y deja poso. Y es, repito, un formidable mano a mano de dos intérpretes.

2.Tortugues o la desacceleració de les partícules (otro título escarpado) está siendo la comedia sorpresa de la temporada en Barcelona, en la sala Flyhard, hasta el 25 de enero, para volver, en vista de los llenos, el próximo 2 de abril. Ha supuesto la doble revelación de una joven autora y directora, Clàudia Cedó, para mí todo un descubrimiento. Solo sé de ella que viene del teatro de aficionados, en Banyoles, y que ha trabajado con actores discapacitados: noble empeño. No puedo contar el argumento de esta obra que mezcla, con gracia insólita, ciencia, fantasía, comedia y pasión. Ahí van algunas pistas laterales. Los aficionados al teatro británico pueden rastrear ecos de Stoppard (Jumpers) y de Ayckbourn (la forma de Como ama la otra mitad). Otros evocarán el teatro, literalmente fantástico, de Javier Daulte. O el secreto de la película más alemana de Bergman.

¿De qué va Tortugues? Propongo: de gente que busca ralentizar el tiempo. Por las buenas y por las malas. Dos parejas. La primera cambia la ciudad por el campo y va a parar a un lugar en el que suceden cosas extrañas: una casa que les han alquilado por un precio irrisorio, a condición de que no muevan ni una sola pieza de sitio. Dani Arrébola (otro descubrimiento) es Joan, un ingenuo plurirrevolucionado, amante de las tortugas. Clara Cols es Marta, su esposa, una mujer sencilla, bondadosa, rebosante de amor. Alícia Puertas (Ágata) y Àlex Brull (Òscar) son, claro está, la segunda pareja, y es esencial que tampoco cuente quiénes son ni lo que pretenden: solo diré que tienen tanto talento como escasos escrúpulos. Y que los cuatro están muy bien servidos por sus estupendos intérpretes.

Tortugues es una máquina que no para, con una estructura redonda, llena de sorpresas. Hay una magia humilde y poderosa en la puesta, cosida pieza a pieza: los títulos de crédito que brotan de las cajas de la mudanza; el cuadro casi jardielesco que cobra vida; el secreto que anida en un peluche de Elvis. Y los constantes fregolismos con el vestuario para marcar cambios de espacio. Y el modo de crear el efecto de cámara rápida en escena. Todo sirve, todo tiene su vuelta, todo juega. Tampoco quiero olvidar la singular banda sonora de Àlex Torío, que recuerda al Tom Waits más ardiente. Tortugues es una comedia arriesgada. Porque comienza con humor, se zambulle en territorios oscuros y crueles, y culmina con una coda arrebatadamente romántica: el baile final es una de las escenas más redondas, poéticas y conmovedoras que he visto en los últimos meses.

Lo apuntaba la semana anterior: hay que seguir a Clàudia Cedó. Rebobino también: en estos últimos meses se han cocinado en Barcelona cuatro comedias de postín que han de verse en toda España. Santa Nit (ay, otra lástima de título), de Cristina Genebat, en el Capitol. Rhum, en el Lliure de Gràcia: formidable función de clowns, de férreo y livianísimo tejido. Y, ya digo, Pulmons, en el Espai Lliure, y Tortugues, en la Flyhard. Comedias que conectan plenamente con el público sin venderse barato, todo lo contrario. Comedias directas y complejas, con las que respiramos al unísono; comedias que comunican, que emocionan. De eso se trata.

Pulmons. De Duncan Macmillan. Dirección: Marilia Samper. Intérpretes: Carlota Olcina, Pau Roca. Teatre Lliure. Hasta el 18 de enero. Tortugues. Texto y dirección: Clàudia Cedó. Intérpretes: Dani Arrebola, Alícia Puertas, Àlex Brull, Clara Cols. Sala Flyhard. Hasta el 25 de enero.

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