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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Demasiado blanco

Los gags del programa especial de Los Morancos para la noche de Reyes recordaban en exceso a los de hace 15 o 20 años con lo que la sorpresa ya no era tal

Ángel S. Harguindey

Supongo que el humor depende de dos factores esenciales: el talento de quien lo crea y el estado de ánimo de quien lo recibe. Los Morancos han demostrado en numerosas ocasiones su capacidad para hacer reir, su sintonía con los nuevos hábitos populares. En ¡Qué noche la de Reyes!, el especial que programó La 1 de TVE en su horario estelar, daba la impresión de que, como señaló en su día el gran Rafael Azcona a propósito del descenso de calidad de la comedia del cine italiano: "Empezó su declive cuando los guionistas dejaron de viajar en autobús". Era, como todo en él, una forma amable de señalar que habían perdido una fuente de información e inspiración esencial. Algo así parecía ocurrir con el especial de Los Morancos.

Los sketch recordaban en exceso a los de hace 15 o 20 años con lo que la sorpresa ya no era tal. Antonia, Omaíta, el marido de Omaíta, el joven estadounidense, el codicioso facha, la familia gitana, los presuntuosos pequeñoburgueses...toda una serie de estereotipos de mayor o menor inspiración recorrían la pantalla con, a jucio de la promoción del programa, "el humor más gamberro de los hermanos Cadaval".

La cuestión es que el humor más gamberro ya no es lo que era en un país que ha soportado, y está soportando, carros y carretas de una desigualdad galopante o de unas declaraciones en los juzgados de quienes hasta hace poco eran considerados grandes patriotas que dan verguenza ajena. Los tiempos cambian y los tradicionales gamberros hace tiempo que se afiliaron a los boy-scout. Los antisistema de hoy pisan moqueta todos los días. Eso explica sin ir más lejos el éxito de audiencia de El Intermedio.

Los Morancos presentaron un programa de humor excesivamente blanco para una época turbia. Ionesco lo explicó mejor: "Ser consciente de lo horrible y reírnos de ello es dominarlo. Sólo el humor puede darnos la fuerza necesaria para soportar las tragedias de la existencia".

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