‘Ready made’ con esteroides
La primera retrospectiva europea de Jeff Koons se puede ver en el Centro Pompidou
Subir hasta lo alto del Centro Pompidou siempre supone un auténtico espectáculo. Pero el manto de tejados y buhardillas cuenta estos días con un rival: la primera retrospectiva europea de Jeff Koons, el artista más cotizado de nuestro tiempo. Un regimiento de langostas inflables, perritos de acero inoxidable y fotos explícitas de su exmujer Cicciolina han invadido el museo.
El éxito ha sido inmediato: 113.000 personas ya han ido a ver sus “ready made con esteroides”, como los definió The New York Review of Books, en solo 17 días. Un récord desde la inauguración del museo. “El mundo del arte utiliza el gusto como segregación. Yo trabajo en una obra que pueda gustar a todo el mundo”, afirmó hace 20 años. Misión cumplida: Koons adopta hoy los rasgos paradójicos del artista subversivo aclamado por las masas.
La muestra ha indignado a parte de la intelligentsia local, que la ha considerado impropia de un museo público. “Es extremadamente costosa, responde a un imperativo de rentabilidad y no de calidad artística”, dijo Libération. El semanario Le Point calculó que, si el museo dedicara todo su presupuesto para adquisiciones a una de sus obras, solo le daría para un 10% de Balloon Dog, vendida por 43 millones de euros. Pese a todo, la muestra supone una ocasión perfecta para ejecutar un peculiar experimento: enfrentarse a su producción olvidando lo que sabemos sobre quién la firma e intentando adivinar por qué resuena. Prescindan de esos carteles que intelectualizan su propósito en exceso y descubrirán un aplauso amoral de la vulgaridad estética, el consumismo desenfrenado y la egolatría, como el reflejo de un espejo deformante que amplifica un mundo extrañamente familiar.
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