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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sin limbo

Los taxistas madrileños se han apuntado un triunfo al alcance de muy pocos en su lucha contra la plataforma Uber

David Trueba

En la clausura del año pasado los taxistas madrileños se han apuntado un triunfo al alcance de muy pocos. En su lucha contra la plataforma Uber presentaron un recurso judicial y las medidas preventivas han conducido al cierre de la aplicación en España. Es una medida sin precedentes en un territorio hasta ahora muy indefinido. Podría considerarse una victoria del sindicalismo clásico frente a las nuevas empresas virtuales. Los taxistas han dado una lección de unidad y firmeza frente a lo que consideraban una amenaza, una competencia desleal, un agravio del nuevo actor frente a las tasas y condicionantes que pagan para trabajar en la calle. La empresa de matriz norteamericana ha sido polémica en todas las ciudades en las que ha iniciado su servicio de intercambio entre conductores y usuarios, pero ha sido en España donde más radicalmente ha sido desalojada.

Los taxistas emprendieron una pelea legal que les ha resultado favorable. Han logrado mucho más que las problemáticas leyes estatales antipiratería y han ofrecido una senda a las discográficas, hoteleros y editoriales de libros, que afrontan una competencia durísima desde la alegalidad. El éxito le debe mucho a la interpretación del juez mercantil, verdadera novedad en el tratamiento de estos asuntos. Siendo serios, lo que acabó con Uber, que pretendía perpetuarse en el limbo, fue la amenaza de medidas contra los operadores de comunicación si no retiraban el servicio de su oferta y la exigencia a las compañías de pago a crédito para que cesaran el sistema de cobro en España por el uso de los coches.

Ha quedado comprobado que el único remedio contra la competencia desleal y la evasión fiscal, contra el acoso virtual a la economía social, pasa por la decisión judicial de dirigirse hacia los operadores que son quienes facilitan la impunidad. Al margen de eso, al igual que sucedió con Wikileaks, en un acoso mucho menos justificado y compartible, bloquear las formas de pago y lograr la colaboración de las entidades de crédito es la única resolución firme. A los ojos de la sociedad, que podía gozar de un nuevo servicio, lo peor de Uber era la ganancia desmedida de sus socios financieros en territorio opaco y la falta de contribución de su invento a la fiscalidad del país.

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