Vulnerable
Tras el ataque cibernético contra la multinacional del entretenimiento Sony Pictures, día tras día se van haciendo públicos documentos extraídos de su sistema informático y de los correos particulares
El ataque cibernético contra la multinacional del entretenimiento Sony Pictures ha seguido el guion de las peores películas de catástrofes. Comenzó con una serie de amenazas algo difusas y la confianza de la empresa en su sistema de protección para oponerse al chantaje. Pero a la hora convenida, un ejército enemigo virtual parapetado tras las siglas GOP, que podrían hacer pensar en el Grand Old Party republicano, pero que sirven para autoproclamarse Guardians of Peace (Guardianes de la Paz), logró invadir las comunicaciones del gigante del cine. En su sede, los míticos estudios de la MGM donde se rodó El mago de Oz, herederos también del sello Columbia de Harry Cohn, los empleados perdieron el acceso a su correo y las cinco películas más importantes del estudio, listas para su lanzamiento mundial, fueron intervenidas, copiadas y bloqueadas.
Pero el ataque no se limita a esos daños. Día tras día se van haciendo públicos documentos extraídos del sistema informático de la empresa y de los correos particulares. Distintas páginas de la Red publican los datos sin ningún rubor, que incluyen guiones, planes estratégicos, acuerdos de despido, pero también contratos y salarios de empleados y directivos, y se anuncia la difusión de datos personales de estrellas y profesionales relacionados con Sony. El ciberataque afecta también a su marca de distribución de cine internacional en EE UU, Sony Classics, tan hábil y poderosa como para haber ganado el Oscar de Película Extranjera en seis de las ocho últimas convocatorias, que se encuentra bloqueada y con el salario millonario de sus dos máximos directivos expuesto al escrutinio público.
Nadie sabe a ciencia cierta quién ha planificado y dirigido el ataque virtual. Se rumorea que podría venir de Corea del Norte, molesta por la comedia La entrevista, en la que James Franco y Seth Rogen protagonizan una trama para asesinar al grotesco líder supremo de ese país. De ser cierto, volvería a situar a un Gobierno como agresor, algo que ya sucedió con el sabotaje organizado desde China contra The New York Times tras dar cuenta de las ramas de corrupción dentro del partido único comunista. El daño es evidente, pero la herida que deja el ataque vuelve a señalar hacia la vulnerabilidad del sistema contemporáneo de comunicación y almacenaje de información privada.
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