Aquella década prodigiosa
La Fundación Mapfre dedica una amplia retrospectiva al fotógrafo Stephen Shore
En apenas una década, entre 1972 y 1981, Stephen Shore (Nueva York, 1947) desarrolló un importante cuerpo de trabajo de enorme interés y trascendencia, debido, sobre todo, a su capacidad para sintetizar diversos impulsos, tendencias y tradiciones. En ese periodo, a través de dos extensas y seminales series tituladas American Surfaces (1972-73) y Uncommon Places (1973-81), Shore enuncia, afronta y resuelve una encrucijada, un cruce, en el que confluyen el pop art, el uso que los artistas conceptuales están haciendo del medio fotográfico desde hace unos años, el desarrollo de la fotografía en color y la actualización de Walker Evans y su "estilo documental".
Son múltiples los elementos y referencias que puso en juego en dicha encrucijada: el uso serial de la fotografía, la referencia a un marco conceptual que articula y dimensiona el trabajo, la atención hacia lo banal y lo cotidiano, el gusto por los artefactos culturales, la estandarización y los productos de la cultura de masas, el interés por lo vernacular, la permeabilidad de categorías y fronteras entre los diversos usos del medio, o la reapropiación estética de los códigos de la fotografía amateur, la instantánea y el álbum. Un equilibrado conjunto que le permitió explorar, con un renovado lenguaje, tanto la cultura americana, como la complejidad de los paisajes urbanos. Es en este último terreno donde el trabajo de Stephen Shore, con su serie Uncommon Places, abrió una importante perspectiva cuya influencia se ha dejado notar a lo largo del tiempo en múltiples fotógrafos. Al igual que Walker Evans, cuando reconocía su inclinación hacia un paisaje "completo, complejo y gráficamente rico", Shore también dirige su mirada hacia el juego de interacciones urbanas, siempre atento a lo que los espacios cuentan sobre su contenido y configuración.
La importante y amplia retrospectiva que ahora se le dedica aborda adecuadamente la que bien se podría denominar como "década prodigiosa" dentro de su trayectoria, con una generosa y correcta representación de las dos series mencionadas, que aparecen precedidas en el espacio por una completa selección de sus "obras conceptuales". La exposición, organizada cronológicamente, incluye además de estos destacados contenidos, sus interesantes trabajos sobre el paisaje natural realizados en la segunda mitad de los ochenta, todavía en color, para pasar después a un bloque de obra en blanco y negro desarrollada a lo largo de los noventa, donde se incluyen Essex County y Arqueología, así como la breve incursión que realizó en la street photography entre 2000 y 2002. Cierra la muestra una pequeña selección de sus iphotobooks, autoediciones realizadas por Shore entre 2003 y 2010 siguiendo la máxima de "un libro en un día"; y dos recientes series tituladas Ucrania y Winslow (2012-2013) en las que parece querer regresar a viejos parámetros de trabajo. Las dos grandes salas en que se divide el espacio expositivo, separan también, en dos partes bien diferenciadas, esta retrospectiva. La primera sala, que contiene sus obras conceptuales, sus dos principales series y los paisajes en color, se muestra equilibrada, densa y atractiva. Sin embargo, la segunda sala, en el piso inferior, ofrece una caída importante del interés, tanto por los propios trabajos, como por la acumulación de obra en los muros hasta llegar a la saturación. La trayectoria del autor a partir de los noventa, o bien se enfrenta a temas y problemáticas que en esos momentos están siendo abordados con mayor complejidad y eficacia, tanto en el lenguaje como en el planteamiento, por otros autores (la revisión de la street photography, la naturaleza, la ruina y el rastro, etc.), o bien, vuelve a referentes propios, pero ya sin la fuerza extraordinaria del momento original, aquella "década prodigiosa" de Stephen Shore en los años setenta.
Stephen Shore. Fundación Mapfre. Barbara de Braganza, 13. Madrid. Hasta el 23 de noviembre
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