Carlos Vélez, llevó la literatura a la televisión

Cuando acabó Encuentros con las artes y las letras, en 1982, después de seis años en la segunda cadena de Televisión Española, Rafael Conte publicó en EL PAÍS un artículo que ahora podría ser la elegía del propio director de aquel espacio, Carlos Vélez, que murió el pasado 29 de octubre en Madrid.

Encuentros con las letras (así se llamó al principio) fue abruptamente extraído de la parrilla de la única tele de entonces; fue el foco de las luces literarias y artísticas de ese momento central en la reciente historia española, y se debió sobre todo a la paciencia, la inteligencia y la ponderación de Carlos Vélez. Nunca después hubo un espacio de esas características, porque acaso nunca más tarde hubo tanta ilusión junta en España, para la literatura y para cualquier cosa.

A Conte, que era el crítico literario de este periódico, y su redactor jefe de Cultura durante algunos años, aquella decisión de los jefes de TVE de dejar de emitir el programa de Vélez (y de muchos más) lo llenó de indignación. Lo explicó así en esa elegía que ahora también le hace justicia a su amigo: “Encuentros ha luchado contra viento y marea y puede presentar, interrumpida ya su existencia abruptamente, un balance sólido y positivo”. “Ha muerto”, decía Conte, “un buen programa cultural, en una televisión que no anda sobrada de ellos. Ha muerto un gran programa necesario. Allá los responsables”.

Dirigió la revista 'Acento',

Vélez había nacido en León; como Conte, ya fallecido también, transitó las esferas del SEU falangista, pero, como Dionisio Ridruejo y otros, fue capaz de sobrepasar las rayas maestras de aquel movimiento y dio cabida en sus distintas aventuras culturales a gente de toda procedencia. Él fue director de Acento, una revista esencial en esa historia; apareció a finales de los años cincuenta y tenía como divisa la propia del mismo Vélez: la revista estaba abierta “a todos los escritores y artistas españoles”. Ahí estuvieron, dibujando, y cobrando por sus dibujos, Rafael Canogar, Andreu Alfaro, Equipo 57, Werba… Acento pertenecía al Gobierno, y el ministro más tronante de todos, Manuel Fraga Iribarne, era su jefe. Un día Fraga amenazó a Vélez con el grito habitual: lo iba a tirar por la ventana. En este caso, era por haber publicado un poema de Apollinaire, al que el gallego consideraba un revolucionario comunista.

En Encuentros Vélez “mantuvo calidad, independencia y objetividad”, decía Conte; “hizo, simplemente, cultura, sin más adjetivos”. Y, como en Acento, procuró rodearse de jóvenes o maduros, progres de aquel tiempo mayormente, que le ayudaron a mantener abiertas las antenas. En la nómina de sus colaboradores estuvieron Isaac Montero, Daniel Sueiro, Paloma Chamorro, Juan Antonio Méndez, Fernando Sánchez Dragó… En otros periodos estuvieron también Esther Benítez, Miguel Bilbatua, Antonio Castro, José Luis Jover, Andrés Trapiello, Jesús Torbado… Y por esa pantalla de letras pasaron Caballero Bonald, José-Miguel Ullán, José María Guelbenzu, Carmen Martín Gaite, Marcos-Ricardo Barnatán, Pepe Esteban, Juan Benet, Fernando Arrabal, Leonardo Sciascia, Juan Goytisolo… Era un canal natural para lo que entonces se publicaba y se decía. Era solo sobre libros y cultura y duraba hora y media cada semana. A ese modo de hacer televisión también le hacía su elegía Rafael Conte. Encuentros, recordaba el mismo Conte, apareció en pantalla la misma semana en que nació EL PAÍS.

Vélez nació en León el 5 de julio de 1930. Casado con María Luisa Martín, deja dos hijos, Lea, escritora y guionista, y Marco, controlador aéreo.