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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Menú con foto

El crecimiento económico ha situado a Evo Morales en un lugar que no vaticinaba casi ninguna escuela de negocios

David Trueba

Desde que comenzó a propagarse la idea de persistencia en el tiempo, las personas relevantes han tendido a cuidar su imagen y la manera en que serían recordadas en un futuro. Los poderosos encontraron formas de perpetuar una gloria de sí mismos a partir de la expansión de las artes. Séneca, que fue un ejemplo de virtudes filosóficas no siempre aplicadas con el mismo rigor a su peripecia cotidiana, lo definió muy bien en aquella frase donde confesaba que lo único que dejaba era la imagen de su propia vida, aquello de la imago vita suae,que se corresponde con la ilusión que querríamos concitar en el recuerdo de nuestro fantasma. Luego la obsesión por la imagen no comenzó, como algunos pretenden hacernos creer, con la invención del televisor.

Con la reelección de Evo Morales para la presidencia de Bolivia en un 12 de octubre, conviene recordar el juicio precipitado que cierta soberbia internacional aplicó contra él, basada en la simplicidad del discurso, pero, sobre todo, en su renuncia a la prestancia que se consideraba adecuada a los líderes. Reducida la impunidad del golpe de Estado, termina por ser la salud económica del país la que sustenta la carrera de un presidente elegido en las urnas. Y el crecimiento económico ha situado a Evo Morales en un lugar que no vaticinaba casi ninguna escuela de negocios. En España hemos visto a mucha gente con corbata y diseñada al gusto preciso de esas escuelas de negocio ser más antisistema y maleantes que los que se declaran como tal, y el escándalo de las tarjetas de Bankia es solo un último episodio. Todo esto nos ha endurecido la vista.

Tras los desplantes, casi todos ellos de honda raíz estética, y la lucha empresarial, seguramente necesaria en un país exprimido en su riqueza natural, Evo Morales repetirá un tercer mandato bajo la bandera del crecimiento y la mejora en la igualdad, paradigmas que muchos parecen haber olvidado en países donde esos dos valores no eran asunto de discusión electoral. Hasta su retiro no sabremos si se hartará de vivir de conferencias y clases magistrales en escuelas de liderazgo, pero, como pasa con los menús fotografiados, es mejor juzgar después de probar el plato.

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