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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cuchillo

La peor miseria humana cae en la puerta de la desgracia. La modernidad no detiene el terror

Juan Cruz

El asesino que dispara y mata en El extranjero de Camus explica el resultado del crimen con el que ha roto “la armonía del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz”. Y acto seguido explica que bajo el sopor de la tarde argelina con su disparo había tocado “la puerta de la desgracia”. Aquel fue un asesinato, un hombre solo contra un solo hombre. Era ficción, pero era el símbolo más terrible del odio, y por consiguiente de la guerra. Nosotros también nos matamos, y participamos en las matanzas de las guerras peores. Fue en el siglo XX, el siglo de los inventos.

La peor miseria humana cae en la puerta de la desgracia. La modernidad no detiene el terror. Se dijo que ya no se podían concebir ignominias más salvajes pues las guerras las harían las máquinas, unos pocos hombres que no necesitarían ni máscaras; estarían con chaqueta y corbata animando un botoncito de matar.

Pues ya ven, el cuchillo afilado ante la pantalla, un hombre que mata a otro hombre, la mueca del odio detrás de la máscara que es signo del terror. El asesino con su cuchillo, ese tremendo resplandor que viene de sus ojos. Ruindad disfrazada del fanatismo de una sola idea, matar.

El asesinato de Foley es un toque más en la puerta de la desgracia del siglo XXI; que amplifiquen la sangre algunos medios, exhibiendo el terrible trofeo del asesino, es una marca más de esa desgracia, pues en efecto la posibilidad de ser visto es lo que persigue, además, el matarife. En algunas televisiones los informadores advierten de la dureza de las imágenes que vamos a ver, y las vemos; cuando ya pasan, tendemos a pensar que no era para tanto, y es porque hemos acolchado poco a poco nuestra visión; y también porque no nos sorprende en el ser humano una señal más de su desgracia.

Hemos visto Homeland, por ejemplo, y ahí parecía que el éxtasis de la maldad de las guerras alcanzaba su cima simbólica. Este último asesinato grabado muestra que la no ficción es aún más primitiva, pero produce el horror verdadero, el que no tiene límite. Obama dice que parece mentira que esto pase en el siglo XXI. Imagino que en la Edad Media alguien diría que parecía mentira que allí hubiera aún barbarie... Le hemos dado mucho prestigio al siglo XXI, donde la historia sigue tocando a la puerta de su desgracia.

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