Karl Ove
La ciudad ha crecido tanto que las redes sociales generaron una recuperación de la pequeña aldea virtual, donde todos miran tras la ventana
La intimidad es el gran tema del nuevo siglo. El acceso tecnológico estimula un proceso contrapuesto al del siglo anterior. El desplazamiento a las grandes urbes facilitaba la invisibilidad, la intimidad y la conquista de ya no ser juzgado por los demás con sus supersticiones, sus imposiciones o sus costumbres. Pero la ciudad ha crecido tanto que las redes sociales generaron una recuperación de la pequeña aldea virtual, donde todos miran tras la ventana y exacerbamos la necesidad de contar y estar al día de la vida de los otros. La enorme capacidad de control sobre la información personal de los Gobiernos ha aumentado así, pero no perdemos el gusto por conocer la intimidad ajena.
Ya habíamos mencionado Mi lucha, del noruego Karl Ove Knausgaard, pero con la aparición de la segunda parte de su detallada peripecia vital en seis volúmenes, los lectores españoles andan enganchados o rebelados contra el escritor. Bienvenida una lectura convertida en asunto de discusión, con encendidos elogios hacia el poder adictivo de quien se enseña abierto en canal y los que consideran agotador ese ejercicio que le ha ganado al escritor noruego afincado en Suecia la notoriedad. En inglés acaba de aparecer la tercera parte de sus seis entregas, ya publicadas en el original, que es recuento de la infancia y primera juventud, dominado por las escenas de violencia física y psicológica que el padre ejerció sobre el futuro escritor.
Recordé el empeño de Rafael Azcona por convencerme de que la árida vida familiar mostrada en el cine escandinavo y en particular las crudas relaciones matrimoniales que eran seña del mejor cine de Ingmar Bergman no respondían a otro género que el del costumbrismo. A mitad de novela, una profesora reprende al niño Karl Ove por contar que el padre de un compañero estaba borracho el día anterior. La maestra le enseña lo que es la intimidad y le dice que todos tienen derecho a una vida privada. Esa lección se sitúa en el libro como una contraposición a la obra del autor. La novela costumbrista de Knausgaard responde a la polémica de estos tiempos. Es una novela histórica de su propia vida y privacidad emocional y el lector lo aprecia por ser convidado a traspasar los límites de la intimidad.
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