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La leyenda de los monjes guerreros

El canal Historia retrata en ‘Templarios’ la vida y las batallas de la orden religiosa

Rosario G. Gómez
Imagen de la serie 'Templarios'.
Imagen de la serie 'Templarios'.

Alejo I, emperador de Bizancio, lanzó en 1095 una petición de auxilio al Papa de Roma para defender la cristiandad frente al acoso del Islam. Aquella carta desencadenaría una guerra eterna: las cruzadas. A finales del siglo XI, una oleada de fanatismo religioso condujo a miles de creyentes a buscar la salvación alistándose en ordenes militares. Una de las más célebres y poderosas de la Edad Media fue la de los caballeros templarios. Su historia se cuenta en la primera serie documental de producción propia del canal Historia (Canal + y redes de cable), que se estrena esta noche en horario estelar (22.50).

Compuesta por seis episodios, Templarios aborda el gran impacto que la Orden del Temple tuvo en la península Ibérica, considerado precisamente un territorio de Cruzada. El objetivo de estos monjes guerreros era recuperar los Santos Lugares. La obra recrea las gestas militares y explica los mitos y leyendas en torno a estos monjes. Empezando por Hugo de Payns, fundador de la orden, o Gualdim Pais, el principal maestre en Portugal.

Historiadores y escritores han asesorado en el proceso de producción de la serie, que utiliza como hilo conductor a Artal, un niño de 11 años que ingresa en un monasterio para aprender a leer, escribir, pensar como un hombre de Dios y manejar la espada. El documental arranca con la ceremonia de iniciación de los caballeros más jóvenes en el momento de entrar a formar parte de la selectiva orden religioso-militar.

La directora del canal Historia, Carolina Godayol asegura que los templarios siempre han despertado interés tanto en la literatura como en el cine o la televisión “pero nunca hasta ahora nos habíamos detenido en explorar sus orígenes e implantación en la península Ibérica”. “Es una serie con un look cinematográfico”, apunta el director de Templarios, Israel del Santo, que ha contado con la colaboración de historiadores, investigadores y novelistas como Jesús Sánchez Adalid, Matilde Asensi, Carlos de Ayala, José Luis Corral y Paulo Alexandre Loução. Todos ellos han contribuido a “acercar al gran público y con rigor histórico” la vida de estos cruzados ataviados con el manto blanco con cruz paté roja y enfrentados a muerte con los almorávides.

También han colaborado asociaciones como el Clan del Cuervo, un grupo formado por una veintena de investigadores dispersos por toda España que se declaran “apasionados por la historia”, y “más preocupados por el modo de vida de la gente que por los reyes, las fechas o las batallas”. Especialistas en la Edad Media, participan también como actores en Templarios, además de diseñar campamentos medievales y recrear oficios de la época, batallas y vestuarios. Expertos en el manejo de las armas y las luchas altomedievales, se inspiran en representaciones artísticas y en registros arqueológicos.

La serie se rodó —durante tres y medio— en algunos de los enclaves por los que transitaron los caballeros templarios. Para las grandes batallas y las cruentas persecuciones el director desplegó las cámaras en el castillo de Javier (Navarra), el monasterio cisterciense de Santa María de Huerta y el Cañón del Río Lobos (Soria), la iglesia visigoda de san Pedro de la Nave (Zamora) y el Convento Templario de Cristo (Tomar, Portugal), fundado en 1162 por el Gran Maestre del Temple luso, Gualdim Pais, escudero de Alfonso Henriques, proclamado rey de Portugal tras la batalla de Ourique y que al morir dejó todas sus posesiones a la Orden del Temple.

La serie también muestra la influencia que tuvieron en su época célebres personajes templarios como Bernardo de Claraval, el eclesiástico más relevante del siglo XII. De los mitos y leyendas que sobre estos cruzados defensores de Tierra Santa han pervivido en los siglos queda hoy muy poco. “Solo restos materiales y documentales”, dicen los historiadores. Y un lugar menos sombrío en la historia. Después de 700 años, el papa Benedicto XVI rehabilitó a la orden de estos implacables

 

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