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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Chirimoya

Si algo ha florecido durante la crisis son los libros sobre la crisis. En la última emisión de 'Página 2' se apuntaban algunas tendencias de estas publicaciones

David Trueba
Juan Roig, presidente de Mercadona
Juan Roig, presidente de Mercadona

Si algo ha florecido durante la crisis son los libros sobre la crisis. En la última emisión de Página 2 se apuntaban algunas tendencias de estas publicaciones. Tratados de resistencia, decálogos culpabilizadores, recetas optimistas, manuales de divulgación, panfletos de urgencia. Quizá lo que más abundan son reivindicaciones de visionarios que anticiparon lo que iba a suceder, pero que no tenían el número de teléfono del Banco Mundial a mano. Después del partido, todos los entrenadores del mundo sabemos cómo ganarlo. Pero si somos sinceros, los únicos que han salido prestigiados de la crisis han sido los empresarios a los que les ha ido bien el negocio. Al final, en asuntos de dinero, el dinero manda.

Uno de esos prestigios aumentados ha sido el de Juan Roig, dueño de Mercadona, que goza del privilegio de ser escuchado. A veces hasta abusa del placer de escucharse a sí mismo, pero quién podría culparle si hasta ministros y exministros cuyo bagaje es lamentable no se ahorran darle una reprimenda a los contribuyentes. Además de dedicar dinero al esfuerzo de los emprendedores, Roig anuncia el producto fresco en sus supermercados. Propone la vuelta al dependiente cercano, la cadena esmerada en calidad y la fruta de temporada. Reivindicó Harvacete sobre Harvard, en un juego de palabras intraducible con Albacete como capital de lo auténtico y reconoció que es imposible ofrecer sandía de calidad todo el año y dio la razón a quienes han comprobado que hay chirimoyas que rebotan en el suelo como balones de playa.

Con el reconocimiento de ese error se le regalan los oídos a quienes llevan años afirmando que es en la forma de consumir los productos básicos donde anida el primer disparate de nuestro sistema. En lugar de tachar de oportunista al empresario, deberíamos vigilar la aplicación de tan sabia receta en nuestra vida. La televisión no puede compararse con la importancia de la fruta o el pescado, pero devolver la primacía al cuidado de la materia prima y no al share revaloriza ese viejo modelo de consumo. La virtualidad no puede fomentar la deshumanización y extremar los beneficios no puede corromper la esencia del producto. Quizá con la recuperación de un tomate que sepa a tomate estamos dando el primer paso para recuperar la dignidad perdida.

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