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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Con el fútbol

Juan Cruz

Empezó la Liga, las polémicas que parece que van a durar un siglo (Casillas, Messi, Bale, la ruina de los clubes, los derechos de la tele) ya han repartido sus cartas y por tanto ha regresado a España la conversación más potente del país.

En una época esa era la única conversación nacional; ahora debe estar la segunda o la tercera en el ranking, pero es muy fuerte. Ahora el fútbol es incluso Raúl, que parecía la prehistoria. Y quien parecía que iba a estar toda la vida ahí, como un chicle en el pupitre escolar, ya no está ni se le espera…, todavía. Lo llamaban Mou.

Era tan fuerte el fútbol que en aquella España imperial era muy difícil sustraerse a su influjo. Era un instrumento del machismo y de las apuestas y servía para distraer la atención, de la política y de los problemas. Fútbol y circo. Un lunes madrileño de los años cincuenta, el entonces comunista clandestino Jorge Semprún fue a desayunar a un bar de churros; escuchó tanto gritar de Di Stéfano que terminó preguntando quién era. El silencio que siguió a su ignorancia fue lo más cerca que estuvo de que lo agarrara la policía.

Como es tan potente, en aquel tiempo y después (hasta ahora mismo), hay detractores del fútbol que lo toleran y otros que lo detestan. Fue incluso vergonzante decir que te gustaba; en los ochenta los escritores (Hortelano, Brines, Marsé, Ángel González…) se quitaron la careta y empezaron a escribir aquí sobre ese deporte; ya lo hacían Gonzalo Suárez y Vázquez Montalbán desde antes y ya lo hizo Antonio Valencia en la prehistoria. La escritura del fútbol es, también ahora, excelsa, como era la prosa taurina de Joaquín Vidal. Ahora, por ejemplo, se ha incorporado el novelista Fernando Aramburu a esa lista de los poseídos por el fútbol que narran en EL PAÍS sus metáforas.

Así que aquí está otra vez su majestad el fútbol, al que tantas veces se le ha negado la silla. Pues es un gran deporte; en este momento está viviendo entre nosotros una crisis peligrosa, que suele ocurrir cuando a la gallina de los huevos de oro se la despluma. Dice Juan Cueto que la tele se hizo para ver fútbol, es como un rectángulo verde. Así es, no verlo es como renunciar a la más apasionante incertidumbre de la infancia: ¿quién ganó?, ¿perdimos?

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