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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Retirada

Te quiero más que ayer, pero menos que mañana, una frase con la que aprendimos de pequeños que el amor era eterno

David Trueba

El pesimismo ya está en retirada en nuestro país. Eso dijo el presidente del Gobierno en su mitin de fin de semana. Este año será mejor que el pasado, pero el que viene aún será mejor que este. Con todo ello, ya sabemos que en esta última sesión, los asesores presidenciales le han robado el lema al día de los enamorados. Te quiero más que ayer, pero menos que mañana, una frase con la que aprendimos de pequeños que el amor era eterno. Otra cosa es lo que descubrimos de mayores. El optimismo, que era un patrimonio de Zapatero ridiculizado hasta el escarnio, vuelve para el verano. Ha llegado el optimismo antes que el buen tiempo. Ahora falta que el optimismo descienda desde los micrófonos gubernamentales hasta la calle.

Es curioso que tanto ánimo nos llegue en el mismo remplazo que la nueva ecuación para calcular las pensiones en España. Tiene que ser una coincidencia azarosa. De no serlo, se parece demasiado a cuando le compras un globo al niño camino de su vacunación. Porque los expertos que han echado cuentas a los logaritmos han llegado a la conclusión de que las pensiones van a bajar. Bajar las pensiones es una bofetada que nadie quiere dar a bombo y platillo, así que nada mejor que venderle a la gente que las pensiones no se tocan, sino que son las matemáticas las que decidirán nuestro futuro. Lo malo es que las matemáticas se han puesto pesimistas y si le sumas el envejecimiento de la población al descenso de los ingresos estatales el resultado no puede ser más patético.

En el retorcimiento brutal que sufren las verdades en nuestro tiempo, este asunto de la ecuación alcanza la categoría de hito. Nuestro encaje de la cascada de recortes y pérdida de garantías sociales no necesita invitaciones al optimismo, sino más bien una sobredosis de antidepresivos. La crisis es un huracán demoledor que se lo está llevando todo por delante, porque los responsables políticos no actúan como diques sino como canalizadores de un nuevo modelo social que ni nos explican ni nos anuncian, sino que encima pretenden que celebremos como una victoria. Y con victorias así derrotamos al pesimismo como quien derrota al viento soplando en la misma dirección.

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