¿Cultura o ‘reality’?
TVE permite el patrocinio al concurso-espectáculo gastronómico ‘MasterChef’ por su interés cultural La fórmula de financiación es cuestionada por Hacienda
El presidente de RTVE, Leopoldo González-Echenique, anunció el pasado febrero durante su comparecencia en el Senado el estreno de MasterChef como una de las apuestas de su mandato. En los nueve meses que lleva en el cargo, las novedades han saltado a la parrilla con cuentagotas. En la programación vespertina han nacido + Gente y Tenemos que hablar, ambos con audiencias por debajo de la media de La 1. El miércoles pasado, por ejemplo, el primero fue seguido por 506.000 televidentes (el 4,8% de las personas que sintonizaban la televisión en ese momento) y el segundo atrajo la atención de 529.000 (5,4%). Esa misma jornada debutó, y en el horario estelar, MasterChef, que fue visto por una media de 2.058.000 espectadores (11%), quedando por detrás de Hay una cosa que te quiero decir (Telecinco), Luna, el misterio de Calenda (Antena 3) y Homeland (Cuatro).
A través de este formato, la televisión pública se subía otra vez al carro de los realitys. Tras Operación Triunfo (2001), un verdadero furor, TVE se fue despegando del género. Una de sus últimas apuestas, iniciada en 2006, fue El coro de la cárcel, que seguía las peripecias de un grupo de presos para formar un conjunto musical. Pensado para contribuir a la reinserción y resocialización de los presos, cerró con exiguos resultados.
MasterChef ha debutado en TVE bajo la fórmula del patrocinio cultural, que implica financiación extra. Dos marcas comerciales aportan los utensilios de cocina y los alimentos que se utilizan para preparar los menús. La productora afirma que tiene cabida dentro del patrocinio cultural porque “pone en valor nuestra gastronomía” y promociona la marca España. TVE sostiene que responde a la vocación de servicio público. “Potencia el talento en uno de los aspectos más relevantes de la cultura española: la gastronomía” y simboliza “vocación, esfuerzo, afán de superación, trabajo en equipo, ilusión y espectáculo”.
¿Es un programa con ingredientes culturales o un reality puro y duro? El catedrático de Comunicación de la Universidad de Valladolid Agustín García Matilla asegura que el programa “se vale de manidos estereotipos que en lugar de promover una emoción saludable que lleve implícitos valores como el afán de superación, el meritorio autodidactismo de quien no ha tenido ocasión de formarse o los gestos solidarios del trabajo en equipo, lo que promueve gratuitamente son una serie de contravalores como el autoritarismo o la provocación, a veces humillante”.
Para el profesor de la Universidad de Navarra Enrique Guerrero, tiene “un poquito” de todo. “Es un talent show con ingredientes de concurso; hay competición y premio. También tiene algo de reality porque en el casting busca distintos perfiles con los que se pueda identificar la audiencia, con participantes que cumplen distintos roles”, dice. Guerrero, autor del libro Guion y producción de programas de entretenimiento (Eunsa), no duda de que la gastronomía es cultura. “Otra cosa es que un programa sobre gastronomía sea cultura”, matiza.
El programa "promueve contravalores", según un experto
La etiqueta del patrocinio cultural parece haberse convertido en un coladero para que los programas le resulten a la cadena pública más baratos. Hace pocos meses la Intervención Delegada de Hacienda puso en duda en un informe de auditoría el uso que TVE estaba haciendo del patrocinio cultural, una figura recogida en la ley pero que, según el ministerio, no se estaría interpretando correctamente.
La productora de MasterChef asegura que el formato es más apropiado para una televisión pública que para una privada. Aunque en Europa se emite sin distinción. En Reino Unido se difunde por la pública BBC, pero en Francia sale al aire a través de TF-1, el principal canal comercial. Unos 40 países han importado el formato. Ante este panorama, García Matilla cree que el reto pendiente de la televisión de servicio público “es investigar en formatos de programas que aspiren a servir a grandes mayorías y minorías y que sin copiar de forma mimética formatos preexistentes puedan promover los mejores valores del ser humano”. Añade que la investigación en nuevos formatos útiles para la cultura y la educación representaría un servicio público de innegable valor en un momento “tan sumamente crítico para nuestra sociedad”. “Las televisiones públicas de países nada sospechosos de tener sistemas televisivos endebles o industrialmente débiles, realizan esa experimentación y crean formatos propios útiles para la educación y el aprovechamiento cultural”, remarca.
Con vocación viajera, en la edición del pasado miércoles contó con la colaboración del Ejército (los concursantes prepararon el rancho para los soldados que regresaban de maniobras) y en próximas entregas asistirá a una boda en Aranjuez y estará en el rodaje de la serie Isabel, según avanza la productora Shine Iberia, que forma parte del imperio del magnate mediático de origen australiano Rupert Murdoch. Shine fue levantada por su hija Liz Murdoch y ahora se está abriendo paso en el mercado español, donde realizó, por ejemplo, el reality de La Sexta Baby boom. TVE se ha convertido en un buen cliente. Para la cadena pública ha producido también el docu-realiy titulado Con una sonrisa, que cuenta las tareas de varios chavales con síndrome de Down en un hotel. Aún no se ha estrenado.
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