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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Váter España

David Trueba

La censura de Hollywood prohibía explícitamente que se mostrara en la pantalla una taza de váter. Puede parecer algo absurdo, pero los sabios guardianes de la moral conocían el secreto. El inodoro es lo opuesto a una fábrica de sueños. Es un contenedor de desechos que recuerda al ser humano su condición y le previene contra los aires de grandeza. Hitchcock logró mostrar un inodoro en Psicosis (1960), después de negociar con los censores otras concesiones. Es bueno recordarlo ahora que la más cursi de las expresiones contemporáneas, la de la marca España, hace fortuna. A nadie se le ocurriría hablar de la marca Vaticano o la marca USA. No lo necesitan. Hablar de marca España es enunciar una carencia.

Lo que se pretende al abrir una oficina de propaganda es recordar que el prestigio de un país está unido a su visualización externa. Tan marca España es El Quijote como el aeropuerto de Castellón y el jamón ibérico como el Ecce Homo de Borja. Es decir, la marca trasciende nuestro control. Ahora sabemos que se podían cobrar sabrosas mensualidades por trastear con la candidatura olímpica de Madrid 2016, pero ya teníamos noticia de que nos sale carísimo cada vez que alguien se empeña en ponernos en el mapa. Vuelve a hacerse imprescindible la frase de mi admirado H. L. Mencken: “El patriota es quien presume de amar a su país, pero además pretende cobrar por ello”.

Marca España son los sanitarios Roca. Porque todo país importante se reconoce en sus inodoros. Cada vez que un español entra en un váter Roca reconoce la patria, abraza la almohada favorita de su culo. A los japoneses les pasa con los inodoros Toto, pieza cumbre de su ingeniería. Sin embargo, los despidos en Roca no se consideran afrenta a la marca España. Ni la masiva purga en Iberia, sin que nadie sea capaz de levantar un dedo por nuestra antigua aerolínea pública, imagen de país y nuestra costura al mundo con hilo aéreo. Y diezman Canal Nou sin que merezca la asunción de deuda que salva al Valencia Fútbol Club. Y claro, uno sospecha que eso de la marca España se inventó para deshojar al país como una margarita: esto sí, esto no.

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