Una generación sin tabúes
Canal + estrena la segunda temporada de ‘Girls’, creada por Lena Dunham
Durante la primera temporada de Girls, cuando la serie que se ha convertido en la vergonzante voz de su generación todavía no se escuchaba con claridad ahogada entre críticas de racista, narcisista y exhibicionista, Lena Dunham, su cerebro y corazón, soñaba con hacer carrera, escribir un libro y tener piso propio. Dos Globos de Oro como actriz y como productora (además de directora y guionista) de Girls, certifican su éxito.
A sus 26 años, Dunham ha dado pasos de gigante hacia una maduración que parece negarle a sus personajes, esas chicas que pueblan el universo desorientado, a veces llevado de la vagancia y otras de las metas más elevadas, de Girls. “Supongo que desarrollar una serie autobiográfica es complicado. A veces siento que el show es enteramente mi vida y otras no veo conexión alguna. Lo que sí existe es una sincro-nización y pienso en todas ellas como si fueran yo pero hace tres años”, confiesa Dunham.
Especialmente tiene en la cabeza a la heroína de Girls, esa Hannah que además interpreta, sin novio, sin carrera, sin perro y gorroneando pisos compartidos con otros de su misma generación. Todos ellos, y sus compañeros de un sexo tan frecuente como insatisfactorio, son lo que Dunham quería mostrar, el reflejo de su generación, “la primera que creció texteando en lugar de telefoneando, esa acostumbrada a tomar medicamentos desde el colegio y unos pioneros viendo reality shows”. No hay amargura, ni autocrítica, ni orgullo en sus palabras. Al igual que en la serie, que esta noche comienza su segunda temporada en España (Canal + 1, 22.30), Dunham expone hechos con una velocidad de ametralladora y mantiene la capacidad de reírse, y de hacer reír aunque duela, con las situaciones que plantea.
También le han caído grandes críticas a una serie que arrancó con una audiencia tan modesta (872.000 personas en todo EE UU) que incluso para ser de la cadena de pago HBO y con el rey de la comedia, Judd Apatow, como productor, fueron muchos los que dudaron de su supervivencia. Y todavía más los que la atacaron con dureza. James Franco, autoarrogado en líder de la movida contracultural estadounidense, se convirtió en el paladín de las minorías ausentes de Girls, serie a la que acusó de ser demasiado blanquita para un telón de fondo tan multicultural como es Nueva York. Otros se cebaron en las vidas privilegiadas y sin embargo quejumbrosas de sus protagonistas. También los hay ofendidos con ese continuo exhibicionismo en una serie donde Dunham, entrada en carnes, se pasa tanto tiempo desnuda que en el plató están habituados a que dirija en ropa interior. A ninguno de los críticos le falta razón. La serie es predominantemente blanca pero nunca quiso ser un ensayo social. “Ni tan siquiera vi la serie como la voz de su generación. Simplemente Lena tiene una buena voz y una visión clara de lo que cuenta”, añadió a este periódico Apatow, irónicamente productor de una serie de chicas cuando como cineasta es tachado de misógino.
Desde luego que, para bien o para mal, Girls no es Sexo en Nueva York. Ni lo será. “Espero dejar de desnudarme antes de cumplir los 60, aunque tampoco tengo problema con ello”, admite alguien que está lejos de los cánones de belleza de Hollywood pero que no ve nada humillante en lo que les hace vivir a sus personajes. “El otro tipo de sexo, el que vemos habitualmente, con la gente semivestida aparentando estar desnuda y explotando su sensualidad hasta la última gota sí que me parece pornográfico”, añade. Lo suyo son las chicas reales, esa generación entre los 20 y los 30 a la que todavía pertenece y que empieza a vivir su vida como mujeres pero sin ser capaces de llamárselo con todas las letras porque todavía no tienen ese poder. “Son chicas porque todavía se están formando, su sexualidad, cómo canalizar ese deseo de un futuro que merezca la pena. No te puedes ni imaginar la de veces que invocamos en el set la canción de Not a girl, not yet a woman. Muchas más de lo que cualquier canción de Britney Spears debe de ser recordada”, se ríe con maldad. Vamos, ¿que hay poco futuro para la madurez en Girls? No necesariamente. Dunham tiene un contrato de seis años con HBO y la serie tiene asegurada ya su tercera temporada. Además, a su estilo, la autora ha incluido en esta segunda tanda muchos de los tabúes criticados: sexo interracial, sexo entre gais y heteros, sexo con drogas, sexo de ensueño o sexo con tu peor pesadilla. Y con cada año que pasa después de la universidad, la desesperación de sus chicas también va en aumento.
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