Refugio
Michael Ignatieff recibirá hoy el premio Cerecedo, que distingue a firmas destacadas en prensa. Profesor de Derechos Humanos y Relaciones Internacionales es un pensador dedicado al mundo contemporáneo y los vaivenes de la realidad, expuesta no a la brisa, sino al vendaval de la opinión pública, que sopla a capricho. El último libro publicado en España de Ignatieff habla de los nuevos nacionalismos, escrito en medio de las guerras de los Balcanes y la desmembración de la Unión Soviética. Sangre y pertenencia es una mirada crítica a los valores sobre los que se asienta el arrebato nacionalista.
En la Bolsa llaman valores refugio a los activos financieros que aparentan protegernos de los riesgos más evidentes, aunque sea a costa de sacrificar algo de rentabilidad rápida. Quizá los nacionalismos ejercen un reclamo similar. En tiempos de intemperie, como los que vivimos, todos necesitamos un refugio. Isaiah Berlin, el maestro de Ignatieff, al que le dedicó un libro memorable, acuñó una frase, ya casi tópica, que él refería a los intentos de “rusificar” a las minorías étnicas en aquel país: “El nacionalismo es una rama a la que si tratas de doblar, cuando se suelte te golpeará con el doble de fuerza”.
Cuando Ignatieff habla de países como Reino Unido, precisa que símbolos como la Union Jack o la Corona ejercieron de pegamento social en su día, pero también pueden terminar capitalizados por la cultura del odio, tatuados en los brazos de quienes frustrados persiguen al distinto como causa de su mal o su crisis. Para él, el nacionalismo tiene algo de huida colectiva de la realidad y se atreve a señalar un lazo explícito entre nacionalismo y violencia. Pero como profesor y político en la tan cercana Canadá reconoce en su epílogo a la edición española que es un error forzar las estrategias de recentralización en países con separatismos locales. Los procesos de reconocimiento de soberanía compartida, si son respetados sin rendición del Estado central, con márgenes de autogobierno, refuerzan a la larga a esos países y no los debilitan. Muchos españoles eligieron la compra de vivienda como valor refugio de su dinero, creyendo que nunca se desvalorizaría. Pero a veces los refugios que elegimos, unos y otros, no son más que una burbuja.
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