Importancia
Hace algunos años la Academia de Cine propuso entregar aparte el Goya al mejor cortometraje, para aligerar la inacabable gala y concederle una relevancia particular. Pero los medios se alzaron con virulencia ante lo que se consideraba un desprecio a ese género breve, que no menor.
Era curioso, porque la indignación provenía de los mismos medios que año tras año no dedican ni una sola línea a los cortometrajes ganadores y jamás incluyen ni tan siquiera su título en el listado de galardones. Por no hablar de su nulo esfuerzo porque se conozcan o difundan para el público. También se ha echado de menos esa indignación cruda para referir el final de las ayudas al corto, justificada por la penuria financiera de las cuentas públicas.
Parece claro que la importancia es un valor mediático ambivalente. Ha vuelto a suceder con el Premio Nacional de Narrativa para Javier Marías. Su rechazo a aceptarlo multiplicó por mil la trascendencia. Por poner un ejemplo, el ganador del año pasado, Marcos Giralt Torrente con su memoria íntima de la muerte del padre titulada Tiempo de vida, no mereció ni una línea en la edición en papel de este periódico. Así que sería fácil concluir que lo que concede mayor relevancia a un premio no es recibirlo sino rechazarlo. Por tanto, desde ya mismo se lo digo a Julia Roberts, si pretende proponerme relaciones algún día, que sepa que me negaré en redondo y se va a quedar con las ganas.
Del acto de Marías, magníficamente personal y visceral, solo queda admirar la consecuencia mediática. Aunque puede que su gesto conceda una excesiva trascendencia a los premios. No hacen mejor una trayectoria literaria ni empobrecen otra que de verdad sea ejemplar por haber sido ignorada. Lo lastimoso es ver reducida la relevancia cultural en los medios a ventas y galardones.
Dicen que Philip Roth estuvo años negándose a venir a recibir el Príncipe de Asturias y por lo tanto no se lo terminaban de conceder, pero siempre llega un día, vete a saber por qué, tapar un agujero, realicatar la cocina, que te encuentran con las defensas bajas. Y puede que hasta con Julia, si me pilla un día de buenas, voy y le digo que sí.
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