30 Rock, una serie de culto se despide
“Hay quien dice que Mitt Romney es un mormón. ¡Y eso es mentira! Yo sé a ciencia cierta que Mitt Romney no vive en el mar”. Con un sketch sobre Bob Dunston, un peripatético gobernador de Alabama convertido en aspirante a la vicepresidencia, acababa el capítulo de la semana pasada de 30 Rock, una comedia de culto que acaba de estrenar su séptima temporada y que este año se retira de emisión. La serie es la idea genial de una de las mentes más preclaras y agudas de la factoría Saturday Night Live, la iconoclasta Tina Fey. No hay asunto demasiado peliagudo para tratar en la serie, ya sea la raza, el género o la filiación política. Ha ganado 14 premios Emmy y seis Globos de Oro.
La serie bebe, además, de la biografía de Fey, y de sus experiencias vitales. La guionista y comediante abandonó Saturday Night Live en 2006, después de nueve años en el programa. Dos años después se vio obligada a regresar a ese programa de comedia, ya que la elegida por John McCain para aspirar a la vicepresidencia, Sarah Palin de Alaska, era una copia idéntica de ella. De forma reticente, Fey se convirtió en Palin, con miedo a que su interpretación hiciera de la aspirante republicana alguien querido y popular.
Tina Fey, como Sarah Palin, en 2008
Ese mismo momento, adaptado para la ficción, se vivió en 30 Rock la semana pasada. En la ficción, el gobernador de Alabama elegido por Romney, Bob Dunston, era igual a uno de los protagonistas de la serie, Tracy Jordan. Tan parecidos eran que Jordan no vio más opción que imitarle en antena, logrando un notable incremento de audiencias del programa ficticio de televisión en torno al que gira la serie. (Y un dato más sobre la serie: en ella, Paul Ryan, el número dos real, renuncia a su puesto después de que se descubra que ha nacido en Kenia, algo de lo que muchos ultraconservadores acusan a Barack Obama).
Lo cierto es que 30 Rock es una serie netamente autobiográfica. Nació en 2006, como una mirada en clave de comedia a un programa ficticio que se hunde en antena, con una producción miserable y unas audiencias inexistentes. La directora de contenido es Liz Lemon, interpretada por Tina Fey, que responde a un jefe conservador y rabiosamente republicano, Jack Donaghy, encarnado por un sublime Alec Baldwin. El programa en la ficción, bautizado como The Girlie Show, es en realidad un trasunto de Saturday Night Live. El título de 30 Rock hace referencia a 30 Rockefeller Plaza, el lugar donde tiene su sede la cadena NBC.
Dejados atrás los irreales sueños de glamour y lujo de series como Sexo en Nueva York, 30 Rock es la imagen de un Nueva York más real, el del trabajo frenético y la vida gastada en la oficina; el de los bagels de queso, los perritos calientes y los cafés para llevar; el que tiene su epicentro en el Rockefeller Center, donde tiene su sede NBC y se graba el programa ficticio, y no en el Upper West Side. En la sexta temporada, 30 Rock le dedicó a Nueva York un postapocalíptico episodio, titulado The Tuxedo begins, concebido como un homenaje sardónico a la saga de Batman.
Esos asuntos se tratan con mordacidad. Todos los personajes son, de algún modo, caricaturas, y formas de caricaturizar a los demás. Entre ellos, la dinámica entre Liz Lemon y su jefe es el que más juego da. Es, en realidad, la oposición entre dos puntos de vista totalmente distintos del país, de la política y de la vida en general. La demócrata de Filadelfia contra el terco conservador de su jefe, procedente de una familia irlandesa de Boston. Liz Lemon no es tampoco una santa. Odiada por sus subordinados, a veces vende su alma al diablo, y traiciona sus convicciones, en beneficio personal.
Muy anclado en la actualidad norteamericana, 30 Rock es un producto difícil de vender en España. Muchos de sus episodios sólo se pueden entender desde el punto de vista de un consumidor de televisión norteamericano. El episodio Khonani, de la cuarta temporada, versa sobre la lucha de poder en las ondas de NBC de los comediantes Jay Leno y Conan O’Brien, que pugnaban por el magazine nocturno de la cadena. La quinta temporada trataba la compra de NBC por una compañía llamada Kabletown, justo cuando en la realidad la cadena de cable Comcast compraba la emisora real. En líneas generales, sin embargo, la serie combina la sátira social con apreciaciones de la naturaleza humana. Ambas superan la pura anécdota para dar lugar a una serie de culto.
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