Una pequeña Kylie para la electrónica
Little Boots actúa en Madrid y Barcelona con sus composiciones disco pop. Antes de su primer concierto nos explica dónde busca el nuevo sonido de la música popular para esta década
Hace tres años los gurús británicos anunciaron a los cuatro vientos que tenían su Lady Gaga, la nueva megaestrella del pop electrónico. Little Boots no había sacado disco aún y la crítica y el público ya estaban a sus pies gracias a Myspace y su canal de YouTube (fue nominada incluso a los premios BRIT de 2009). Desde entonces Victoria Hesketh ha publicado un disco, en general bien acogido, pero el entusiasmo parece haberse enfriado algo. “Se ha enfriado, es cierto, y casi lo prefiero así”, explica ella, “pero sigue siendo increíble para alguien que acaba de empezar: España, Francia, Brasil… ¡No paro de girar”.
Little Boots actúa este sábado 6 en la RazzMattazz de Barcelona después de un concierto en la sala Copérnico de Madrid la noche del viernes. De acuerdo que aún no es Madonna, pero esta inglesa de Blackpool (Lancashire) ya demuestra madera de reina del pop: la Copérnico está a punto de abrir puertas para el concierto y Victoria aún no ha regresado del hotel. “Es que ha llegado a las seis de la tarde de Ibiza”, explica su equipo con cierto apuro. Con las luces apagadas, de repente se ve una pequeña figura rubia cruzar el escenario hacia el camerino. Eso nos remite a que existen dos explicaciones para su nombre de Little Boots, las dos igualmente extendidas: el pequeño tamaño del pie de la artista (y de la artista en general), y su afición a los clásicos latinos (Pequeñas sandalias es la traducción de Calígula). Victoria no disimula que siempre fue una chica peculiar, con tendencia a la reclusión, la lectura de literatura fantástica y el estudio; asegura que le interesa más la composición que la interpretación y por eso le gusta firmar sus temas.
Mientras le pintan la línea del ojo y mirando de medio lado, Little Boots responde preguntas. Asegura que todavía tiene sal de Ibiza en la piel. “He estado pinchando un poco allí. Últimamente me gusta mucho actuar de dj, pero por supuesto que también he estado de fiesta”.
El set de instrumentos dispuesto en el escenario es reducido. La Copérnico es una sala de tamaño discreto. Victoria asegura que prefiere eso antes que el gigantismo de los grandes festivales. La elección sorprende después de escuchar la fuerza discotequera de los cortes de su primer trabajo, Hands, temas tan contundentes como New in town o Earthquake. “Ya, pero puedo hacer esa misma música con menos volumen, y prefiero tener ese control extra sobre el sonido”.
Hesketh adoptó el nombre artístico de Little Boots en 2007. Hasta ese momento tocaba el sintetizador y cantaba en el trío (luego cuarteto) de chicas Dead Disco, una formación de dance-pop de Leeds. La crítica alabó siempre más su increíble imagen de chicas ultramodernas y atractivas que su fondo musical, por lo que a nadie le escandalizó demasiado su desaparición. Sin embargo, la carrera de Victoria no era flor de un día. Desde los cinco años había tocado el piano, el arpa y la flauta, cantaba y compuso en varias bandas, participó en Pop Idol (el Operación triunfo local) e incluso se ganó las perras como estudiante haciendo versiones que ahora repudia de Norah Jones. Su salto de popularidad llegó de la forma más inesperada, cuando después de quedarse sin grupo comenzó a subir vídeos de versiones de Hot Chip y Blur a Internet con una interpretación electrónica muy personal. “Evidentemente ya no tiene sentido que siga grabando vídeos en pijama en mi cuarto cuando tengo que girar y dar tantos conciertos por el mundo, pero sí que fue muy importante. Además, las cosas han cambiado tanto… Ahora eso lo hace mucha gente: ya no sorprende”. Ducha en el uso de los sintetizadores, la introducción en sus vídeos de instrumentos novedosos como el Tenori-on (un interfaz para tocar música que visualmente queda a medio camino entre el iPad y la pizarra mágica) le otorgó un plus de innovadora y de encarnación perfecta de la filosofía del hazlo tu mismo tan en boga en los últimos tiempos. “Me encanta experimentar con ese tipo de instrumentos. Ahora estoy jugando con el Poco-poco [otro ingenio electrónico de Yamaha a medio camino entre la caja de ritmos y el viejo Simon de MB]. Esos instrumentos están cambiando la música: son sencillas y mucha gente está haciendo cosas interesantes con ellas. También djs como Madeon, que las usa con unas ideas increíbles”. En su opinión, la música popular se está convirtiendo cada día más en electrónica, y señala a Swedish House Mafia como un ejemplo entre tantos de la popularización de la paleta de sonidos mecánicos, pero a la pregunta de si no tiene la impresión de que esa saturación de electrónica y sobreproducción en las grabaciones puede estar cansando al oyente (y ahí está el fenómeno Adele), también se muestra de acuerdo en que cierto cambio de tendencia empieza a vislumbrarse. “Sí que veo que empieza a haber una reacción, pero yo desde luego no voy a cambiar. Esto es lo que me ha gustado siempre y voy a seguir trabajando en esta dirección”.
Hands es un ejemplo de producción abrumadora y efectiva, con canciones llenísimas y sonidos potentes que casi no dejan vacíos. Headphones, el primer sencillo del trabajo que prepara (aún no tiene fecha de publicación) tiene un toque más disco y, en cierta manera, natural. “Efectivamente, quiero hacer algo que suene menos a los 80, más crudo”. ¿Cuál puede ser la motivación para una compositora tan preocupada por las texturas del sonido en el mundo del disco-pop? “Precisamente eso: busco algo que conserve las melodías del pop pero con un tratamiento electrónico que resulte un desafío. Ya te he dicho que últimamente estoy pinchando mucho y quiero seguir por ese camino. Mi ideal sería hacer algo entre Kylie Minogue y LCD Soundsystem”. Casi nada.
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