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Un día en la Vuelta a España

Las voces de la carrera relatan su día a día durante la competición

Para los amantes del ciclismo, la Vuelta a España es un referente. Lo afirma el hecho de que, durante las seis primeras etapas, La 1 haya obtenido una audiencia media de 1.107.000 espectadores y una cuota del 10,4%. Hasta el momento, la etapa más vista ha sido la tercera, que incluía una llegada en el Alto de Arrate (Éibar), seguida por una media de 1.376.000 televidentes y una cuota de 11,8%. Buenos números, si se tiene en cuenta que la cuota media de la cadena en julio fue de 11,5%.

La Vuelta no sería la misma sin las voces de Perico Delgado y Carlos de Andrés, dos instituciones en el mundo del ciclismo, a quienes acompaña, desde la moto, Juan Carlos García. Todos ellos viven un día a día que no puede ser más intenso. Eso sí, resaltan la cercanía en el trato con los corredores, como asegura Perico Delgado: “Aunque no llegue a ser estrecha, la relación siempre es cordial, incluso con las figuras”. “El ciclismo es diferente a otros deportes. He vivido carreras en las que te sentabas a cenar con los directores del equipo. Nadie se imagina a lo periodistas sentados en la cena con Mourinho o con Tito Vilanova. En el ciclismo somos todos uno más”, afirma Carlos de Andrés. Juan Carlos García, desde su lugar de privilegio en la moto puede asegurarlo: “Durante la carrera, hasta puedes charlar con ellos desde la moto y comentar lo que quieras. Yo aprovecho esa sensación increíble, ese contacto tan cercano no existe en ningún otro deporte. Es estar dentro del juego, dentro de la cancha” .

El trabajo de Juan Carlos García no comienza cuando se sube a la moto: “Hay que mirar a qué hora empieza el control de firmas y calcular hacia atrás; así sabes a qué hora levantarte, desayunar… Llegamos al control al menos una hora antes”, relata García, que sube a la moto en el momento en que empieza la retransmisión en directo: “Desde la salida voy en un coche, hasta media hora antes de empezar el directo. Entonces, con la información que he ido recogiendo de Radio Vuelta, a la moto”, afirma. Ahora bien, al terminar la etapa, García aún no finaliza su jornada: “Te bajas de la moto, te aseas un poco, coges el micro y te dedicas a las entrevistas al líder, al ganador de la etapa… Y después a sonorizar los resúmenes que se van a colgar en la web de TVE. Incluso si ha habido algún incidente y algún corredor ha tenido que ir al hospital, pues coges la cámara y te vas para allá. Cuando llegas al hotel, ahí si llega el único momento de descanso”.

Carlos de Andrés habla de una rutina bien entendida: “Todos los días es lo mismo, levantarte, desayunar, ir al control de firmas y hablar con los corredores, los directores, sacar algo de información y luego, a empezar la retransmisión”, relata De Andrés. “Al terminar la etapa tenemos una reunión de valoración, y luego a lo mejor hay que hacer un comentario para el telediario… Más tarde, al hotel y a cenar; ahí aprovechamos para recibir visitas, hablar con amigos… Ese es un rato tuyo”, resume. Perico Delgado lo reafirma: “La llegada al hotel se agradece, descansas un rato, te quitas la saturación de ciclismo y ya bajas a cenar de otra manera, ves a amigos, charlas de tus cosas… En la Vuelta el único momento tranquilo es el de la cena”.

La rutina de los profesionales de la Vuelta se basa en el viaje constante, aunque De Andrés lo ve normal: “Lo he hecho toda la vida. Es cierto que conduces mucho, cambias de hotel... Puede haber incomodidades, pero como el ciclismo nos gusta tanto…”, comenta. “Además, esto es diferente al Tour, tenemos muy buenos hoteles, en el Tour hemos estado en cada sitio…”, añade, entre risas. Perico Delgado ya vivió el trajín en sus tiempos de corredor: “Sientes un poco el ajetreo, pero ya estaba acostumbrado cuando corría como profesional… aunque siempre había algunos que extrañaban la cama”, bromea. Delgado también habla de una sensación agridulce al terminar la competición: “quieres volver a casa y estar con tu familia, romper la rutina de las carreras…, te apetece, sí, pero los diez primeros días resulta que echas en falta el estrés de la competición, vives esa resaca... aquí no piensas, te levantas, desayunas, haces la carrera, vas al hotel… Y al volver a casa piensas ¿Y mañana qué hago?”.

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