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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Grito, luego existo

He comprendido las nuevas barbaridades con las que nos van a machacar (pensando en nuestro bien, por supuesto) a partir del 1 de septiembre

Carlos Boyero

Conocí a Miguel Angel Oliver haciendo modélicamente algo tan difícil como suplir a Iñaki Gabilondo en Hoy por hoy. Era una buena y cálida persona, dotado de naturalidad, ritmo y verosimilitud ante el micrófono, un comunicador notable. Dejó el programa de radio para presentar y dirigir los informativos del fin de semana en Cuatro. Y ha logrado algo tan milagroso después de la lamentable fusión entre Telecinco y Cuatro como mantener la personalidad de su informativo, no convertirlo en una anfetamínica crónica de sucesos, en la frívola actualización de El Caso.

Ayer consiguió que un espíritu simple como el mío, que siempre me hago un lío con los decretos del Gobierno y las abstractas movidas de la economía, me enterara perfectamente de las nuevas barbaridades con las que nos van a machacar (pensando en nuestro bien, por supuesto) a partir del 1 de septiembre. También veo al tal Montoro afirmando ante el legalizado atraco: “Cuando podamos lo vamos a compensar”, mientras esgrime su irresistible sonrisa conejil. Y a la ministra de Trabajo, esa dama de verbo tan florido, asegurar que han hecho las reformas con determinación y sensibilidad. Habrá que recurrir a los neurólogos para que nos expliquen el nuevo y revolucionario significado de la sensibilidad.

También observo imágenes de las manifestaciones del viernes. Algunas indignantes como la nariz rota y el careto ensangrentado de alguno de los gritones sin causa, o a una subversiva anciana a la que las heroicas fuerzas del orden meten a empujones en la lechera. Pero hay otra que me provoca una alegría insana. Es la de unos profesionales del caos (imagino que ya hay campañas de los escribanos de Rajoy para que la buena gente de derechas identifique al anarquista y sanguinario Joker cada vez que se topen con un manifestante) exhibiendo pancartas con la escatológica certidumbre de “PSOE, PP, la misma mierda es”. Sospecho que van a multiplicar las plazas de ingreso a la policía. A lo mejor, hasta Job llega a ser consciente de que la acción debe sustituir a la paciencia, el miedo o el hastío. A lo mejor, los corderos rechazan el silencio mientras que los llevan al matadero y aprenden a morder a sus verdugos.

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