La corta vida del cortometraje
Tras su extinción en las salas, apenas ocupan espacio en la programación de las cadenas. Esta semana la televisión premia al hermano pequeño del cine
Algunos piensan que son el trampolín para dar el salto a la industria cinematográfica, otros los consideran el hermano pequeño del largometraje, la mayoría cree que es un género especialmente proclive a los productos minoritarios o de autor, y los menos lo defienden como un arte en si mismo, aunque injustamente eliminado de las salas de cine y en peligro de extinción en la televisión. Hablamos del cortometraje, un género que en nuestras pantallas solamente tiene cabida los viernes por la noche en el programa de La 2, Somos cortos, los martes en Versión españolay en distintos canales de Canal+.
El próximo martes 26, el programa Versión española emitirá los títulos ganadores del XIII Concurso Iberoamericano de Cortometrajes Versión Española-SGAE, donde han participado unos 300 trabajos de ficción, documentales, experimentales y animación. La semana pasada, RNE hizo entrega de los premios de la IV edición del Concurso Cortos de la Academia de Cine, al que se presentaron más de un centenar de cintas. En España se realizan más de 200 cortometrajes al año, y la producción en América latina es cada vez más abundante pero, ¿dónde se esconden? ¿Por qué en nuestro país no tienen visibilidad los cortos, mientras que en los festivales de cine americanos los cortometrajes españoles, especialmente los de animación, tienen muy buena acogida?
Cayetana Guillén Cuervo, presentadora y directora de Versión española asegura que si el público no ve cortos es porque no son fáciles de encontrar: "Hay muchísima producción, hay guiones estupendos, ideas muy frescas… Pero para ver un corto hay que buscarlo. Ellos solos no llegan al público, como los largometrajes". El director de Somos Cortos, Francesc Manuel López, achaca esta invisibilidad al falso prejuicio que existe acerca del consumidor habitual de estas cintas: "Hay una imagen equivocada de que el corto está hecho en un ambiente un tanto marginal o por un grupo de gente con pocos medios y fuera de los circuitos habituales de la industria cinematográfica". Lo cierto es que muchos de grandes cineastas españoles del momento como Julio Médem, Fernando Léon, Daniel Sánchez Arévalo, Juan Antonio Bayona o Quique Maíllo empezaron dirigiendo cortometrajes, y por el contrario, cuesta encontrar personas que hayan trabajado toda su carrera profesional en el corto. “Muchas veces son una buena carta de presentación. Algunos largometrajistas dicen que para hacer una película tienes que hacer un corto impactante, olvidando que es un trabajo en sí mismo”, apunta López.
Iván Caso es uno de los directores finalistas de los premios que otorgaba la semana pasada Versión Española por su trabajo, Muy cerca. Para este publicista de profesión, hacer un corto no se diferencia en nada del largometraje, “excepto en que tienes menos tiempo para contar una historia. Para la gente acostumbrada a ver películas de hora y media o dos horas, los cortos se les quedan en anécdotas, en chascarrillos, y nada más”. El del corto es un mercado especialmente difícil para productos que no cuentan con la posibilidad de destinar una gran cantidad de presupuesto a distribución y exhibición y que, en muchos casos, no están producidos para satisfacer los grupos de una masa de público media.
Definivamente la vida del corto es, literalmente, corta. Una de los principales plataformas de distribución y visionado de estos trabajos es Internet, donde en los últimos años han aumentado notablemente los festivales dedicados a este género. Notodofilmfest o Filmin son algunas de las pocas iniciativas que todavía permiten a personas de todo el mundo acceder a los cortometrajes, votar por ellos y opinar en foros y blogs. Pero no olvidemos que los cortos, como los largos, están pensados para verse en pantalla grande, algo que queda descartado de antemano de nuestras opciones.
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