El periodismo gamberro se va de vacaciones
‘Salvados’ despidió el domingo una temporada en la que ha mejorado su audiencia y ha conectado más con el público
Después de casi 5 años en pantalla, se puede decir que Salvados tiene un estilo propio. El programa conducido por Jordi Évole se aproxima cada semana a la actualidad con un tono entre naif y gamberro que le permite abordar las noticias con una sencillez y profundidad muy alejadas del tratamiento que se les suele dar en la parrilla televisiva. Tal vez por eso, en la temporada que terminó este domingo en laSexta han conectado más con el público: sus datos de audiencia han mejorado, con programas por encima del 10% de cuota de pantalla, y sus propuestas han tenido un gran eco en las redes sociales. “Tratamos los temas desde la ignorancia y hacemos las preguntas más simples, que quizá son las mismas dudas que tiene la gente en su casa”, explica Évole por teléfono.
El presentador catalán, al que descubrimos en televisión como el follonero al calor de Andreu Buenafuente, admite que muchas personas consideran su estilo periodístico como “poco ortodoxo”, lo que puede llevar a pensar que se trata de un espacio más irónico que informativo. “No sé si somos un programa serio”, bromea. Sus preguntas directas y su toque de humor no se encuentran en los informativos tradicionales; la temática, en cambio, es muy similar. “El 'leitmotiv' del programa es intentar entender todo lo que está pasando en España, con la crisis, la política, la economía… algo que nosotros tampoco entendemos”, añade el periodista, que a lo largo de su trayectoria ha conseguido entrevistas con políticos de primera línea como el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el actual presidente, Mariano Rajoy, el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, o el líder abertzale Arnaldo Otegi. “Creo que el político necesita esa aproximación al ciudadano con un lenguaje cercano”, confiesa Évole, para quien hoy en día “hay más censura económica que política”.
En Salvados parecen empeñados en demostrar, sin embargo, que no hace falta contar con famosos para que el programa tenga éxito en prime time. A través de personajes poco conocidos –desde gente de la Universidad o de la economía a alcaldes de pequeños municipios- buscan voces nuevas que muestren alternativas sociales, económicas y políticas. “Puede que algunos de nuestros programas en los que hablamos con personas anónimas no sean muy comerciales, pero es que nadie sabe dónde está la comercialidad”, admite el catalán.
La presencia en las redes sociales es uno de los puntos fuertes del programa, cuyo título se resume cada semana en un hashtag (etiqueta utilizada en Twitter): #AlfilodelRescate, #quediostelopague… Eso permite centralizar los mensajes y saber qué opina el público segundo a segundo sin esperar a los datos de audiencia. Las propuestas de los tuiteros, además, pueden acabar convirtiéndose en tema a trata, tal y como ocurrió con la “avalancha” de mensajes que recibieron para tratar los recortes en investigación, cuyo resultado fue #masalládelladrillo. Otro de los hitos de la temporada que ahora termina fueron los dos episodios dedicados al País Vasco, grabados justo antes y después de la tregua de ETA. “Es un tema que siempre cuesta tratar, porque nos gusta que aparezcan todas las voces”, comenta Évole.
El conductor de Salvados aboga por tener más en cuenta Twitter como un índice cualitativo y no quedarse solo con la “dictadura” de las audiencias, ya que aunque el porcentaje de población que tiene cuenta en esta red social es todavía pequeño, se trata de un sector muy crítico y, muchas veces, muy interesado en las noticias. Por eso, conseguir que los hashtag que proponen se conviertan cada semana en trending topic se puede considerar como un indicativo de su influencia. El programa se despide este domingo –hasta septiembre- con un capítulo (#ReiniciandoEspaña) que busca alternativas al laberinto económico actual, tanto en el mundo de la empresa como en los de la banca o la política.
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