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Guays

'Españoles por el mundo' muestra la cara optimista de la inmigración, pero olvida la parte deprimente de los que han tenido que dejar España

Carlos Boyero
Fotograma de 'Españoles por el mundo'.
Fotograma de 'Españoles por el mundo'.

Un hombre que solo encuentra sosiego viajando constantemente, cuya idea del hogar modélico la constituyen los aeropuertos y los hoteles, con una profesión tan terrorífica como notificar a la gente que han sido despedidos de su trabajo, recibe el insólito encargo de su hermana y su futuro cuñado de que fotografíe una imagen gigante de ellos en todos los lugares que visita. Esta pareja pueblerina, con un futuro extático y grisáceo, que nunca podrán permitirse el lujo de viajar, concentra la ilusión a través de esas mentirosas fotos de que han sido felices recorriendo esos lugares soñados. Ocurre en la excelente tragicomedia Up in the air.

Recuerdo a esa pareja, resignada a conocer el mundo solo con su imaginación, constatando el desmedido éxito de programas tan exaltantes como Españoles por el mundo, Madrileños por el mundo e imagino que otros clónicos que ya se estarán preparando en las diversas comunidades, como Alcarreños por el Amazonas, Abulenses por la Antártida, Riojanos por la Patagonia, etcétera, etcétera.

No recuerdo programas similares en la televisión de la España de los sesenta y setenta, en las décadas de la emigración española, dispuesta a abandonar sus pobres raíces por mundos inhóspitos a cambio en el anhelado regreso de poder comprarse una casita o montar un pequeño negocio. Pero imagino que si hubieran tenido que describir con sinceridad su situación en esos mundos exóticos, no tendría nada que ver con la visión idílica de los países a los que han emigrado que ofrecen los que protagonizan Españoles por ahí fuera, gente inevitablemente satisfecha, instalada, sonriente y guay. Eso sí, casi todos echan de menos a los amigos, las cañas y el jamón. No se puede tener todo. Ni siquiera cuando has encontrado con tanta facilidad el paraíso.

Leí en un reportaje de este periódico que un grupo notable de parados, convencidos a través de estos programas de que iban a encontrar los ríos de leche y miel, emigraron a Noruega. Después de un tiempo lacerante sobreviven a duras penas o están en una situación cercana a la mendicidad. Estaría bien que el pletórico Españoles por el mundo les dedicara su internacionalista y lúdica atención. Por cambiar ligeramente de registro y ofrecer el testimonio de los nacidos para perder.

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