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Ovejas

Carlos Boyero

Siento envidia hacia la gente con creencias sólidas, los que nunca se han sentido traicionados por su credo, los que distinguen sin la mínima zona de sombra el bien del mal, los que no albergan dudas de que si hacen lo correcto les espera el cielo y de que cada oveja tiene su pareja. Como Rubalcaba. Pero, ¿qué hacemos las ovejas que nos hemos resignado a la soltería por experiencia y vocación? ¿Los que sintiendo razonada y visceral pestilencia hacia todas las Conferencias Episcopales del universo, pero especialmente hacia la que nos ha tocado sufrir desde niños, tampoco logramos creernos que los sindicatos sean los épicos cruzados de la clase trabajadora, los que tenemos la enloquecida convicción de que a pesar de intentar salvar la proletaria apariencia con fraseología hueca, su alianza desde hace mucho tiempo es con el poder, que siempre es de derecha, aunque a veces se disfrace de izquierda? Las ovejas descarriadas, irresponsables e insolidarias, las que votan rabiosamente en blanco, merecemos la soledad lacerante y la intemperie.

Veo dos noticias consecutivas y de supuestas trascendencia histórica en el telediario de Cuatro que presenta Hilario Pino (clónico ya del de Tele 5 en la vertiginosa sucesión de las noticias del mundo a base de atracos, asesinatos, suicidios, secuestros y esa cositas que junto a Sálvame tanto entretienen al amado público) que imagino intentan ofrecer mimo a la realeza, tan acorralada ella por culpa de un yerno codicioso. Una nos cuenta que la piadosa infanta Elena ha ido a besar los pies del Cristo de Medinaceli. La otra muestra la entrañable visita de la princesa Letizia a un niño aquejado de una extraña enfermedad, consistente en haber nacido con los huesos extremadamente vulnerables, de cristal. Detalles tan humanistas demuestran que solo existe una manzana presuntamente podrida en familia tan ejemplar.

También observo una imagen que parece extraída de los dibujos animados. Vemos a Rajoy más solito que la una en esa reunión de Bruselas para jurar que España se va a reformar al completo. A la salida le preguntan que cómo ha ido la movida. El muy mentiroso sonríe y contesta que muy bien. En ese momento el micrófono que recoge su felicidad intenta soltarle un capón. Por imitar a Pinocho.

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