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El pelirrojo que se comió el mundo

La comedia ‘Louie’ se estrena hoy en Canal + 1 y Canal + 1 HD (20.50).

Toni García
Louis C.K., cómico estadounidense, ante un cartel de 'Louie', la serie que protagoniza
Louis C.K., cómico estadounidense, ante un cartel de 'Louie', la serie que protagonizaFREDERICK M. BROWN (GETTY)

Es difícil que alguien como él pase desapercibido: un pelirrojo de dos metros que camina erguido como una puerta no tiene fácil camuflarse entre el gentío. No solo eso, este tipo de Boston, calvo y tirando a orondo, es ahora mismo el cómico más popular de Estados Unidos y eso ya es imposible disimularlo. Louis C.K. (lo de CK es por su padre, Szekely, el hombre que se fue de casa a los 10 años dejándolo a cargo de su madre, sin más explicaciones) empezó, como tantos otros, en pequeños clubes de improvisación, y ya allí dejó algunos cadáveres entre la audiencia, con la que establecía una relación de odio/odio similar a la de otro gigante del formato, Larry David, que solía largarse del escenario si la audiencia no le gustaba, cuando el espectáculo ni siquiera había empezado.

Después, ya curtido por obra y gracia de las tablas neoyorquinas empezó a pensar más a lo grande: en 1997 debutó como guionista en el Saturday Night Live, esa escuela de noche por donde pasan todos los humoristas estadounidenses que persiguen la gloria. Se quedó allí diez años, y en 2005 hasta negoció con la todopoderosa HBO su primer show en solitario, One night stand. Sin embargo, lo que tenía que ser la senda hacía el éxito se convirtió en una camino embarrado, demasiado espinoso para CK, y el divorcio se consumó en un año. La lección, no juegues en las ligas mayores a menos que estés preparado para ello, le llevó a crear su propio show, mejor dicho, a empaquetarlo para vendérselo a un tercero. Eso sí, esta vez el llevaría las riendas del asunto: actuaría, produciría, dirigiría, escribiría y hasta llevaría los cafés al resto del equipo si era necesario. Todo con tal de evitarse intromisiones y disgustos, de hacer lo que le apeteciera sin depender de nadie. La cadena F/X apostó por el pelirrojo y en su primera temporada (2010) surgieron algunas dudas: un tío alto sin pelos en la lengua hablando de la pederastia, la homosexualidad, la religión o la muerte; cebándose con el público desde el escenario con un lenguaje atiborrado de insultos. Al fin y al cabo, ¿a quién podía interesarle la historia de un hombre de cuarenta y pocos, divorciado, con dos niñas, que no liga ni a la de tres y que vive de sus monólogos?.

Al menos, eso es lo que pensaban hasta que finalizada la primera temporada todo el mundo empezó a hablar de Louis CK, todos hablaban de sus actuaciones en directo, sus colegas se referían a él con admiración: “el tipo que nunca repite un chiste”. Así fue como Louie, la serie más ferozmente individualista (con permiso de Curb your enthusiasm) de la parrilla estadounidense adquirió el estatus de culto que caracteriza a todos los shows destinados a perdurar en la mente del espectador. Ahora, vendida ya a decenas de países, llega a España de la mano de Canal + 1 y Canal + 1 HD (20.50). En la misma, con un esquema narrativo que recuerda a Seinfeld, podemos ver al comediante en plena actuación en club neoyorquino y en paralelo repasar las aventuras de este señor divorciado al que parece que la vida le viene grande.

Es curioso que persona y personaje se hayan pegado de tal manera que separar uno y otro sea ahora tarea de titanes: CK está divorciado en la vida real y comparte custodia con su ex-mujer (la pintora Alix Bailey) de dos niñas; la mayoría de los humoristas que aparecen en la serie son auténticos profesionales y las discusiones entre ellos (como la memorable pelea por saber quién roba chistes a quien que se produce en la segunda temporada) reflejan el sentir de una comunidad que pocas veces se ha visto tan fielmente reflejada en la pequeña pantalla. Mientras tanto, ya aposentado en su trono catódico, CK exprime esa vena camaleónica que le permite actuar –sin cobrar ni un dólar- en hospitales de veteranos y luego vender un proyecto por Internet y recaudar un millón de dólares en 24 horas o preparar una nueva serie con la CBS, todo a la vez.

Probablemente lo más sorprendente de este genio, capaz de pasar del humor más bestia al más blanco en cuestión de segundos, sea su capacidad para huir de las etiquetas: unos creen que es un zafio irresponsable y que hace bromas sobre cosas que no tienen ni puñetera gracia; otros le atacan por ser un conservador irredento que bajo ese manto de rebelde esconde a un integrista. Al otro lado del espejo CK sigue camino de su propio paraíso, ese donde manda un solo dios: él.

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