'Con el culo al aire': Una comedia con crisis económica muy al fondo
La serie busca sin disimulo la empatía del espectador para atraerlo a otra comedia de situación
“Esto se va haciendo ya muy largo”. Con esto, como es fácil adivinar, el nuevo ministro de Economía, Luis de Guindos, se refería a la profunda crisis, que encara ya su quinto año, al desempleo, que enfila los seis millones de personas. Esto se hace ya tan largo que se cuela incluso en series televisivas españolas, nacidas para entretener. Las colas del paro, las experiencias de los que aguardan meses, años, la oportunidad de volver a trabajar, darían para un casting infinito. Encajar todo eso en una comedia de situación suena a riesgo, a apuesta contracorriente. Metidos en el embrollo, los creadores de Con el culo al aire, estrenada anoche por Antena 3, tiran por el atajo más corto hacia las agua tranquilas, conocidas, de la picaresca y los conflictos familiares. La crisis, un desvaído telón de fondo.
No faltan en la presentación los cuatro rascacielos erigidos en la antigua ciudad deportiva del Real Madrid, símbolos involuntarios de los años de borrachera del ladrillo. Ni el monólogo de apertura, que tanto recuerda a Mujeres Desesperadas, con intención de síntesis de una época. “Ruega por una hipoteca, reza por un trabajo, sueña con un coche que no puedes pagar, gana más que tu cuñado y díselo, pide de tu tarjeta de crédito, y si no puedes, coge otra. Hazte del Madrid o del Barça. No seas un perdedor”, dispara Paco Tous, que interpreta a un churrero ambulante. “Hasta que te conviertes en un número rojo. Ya no eres nadie”.
El mejor estreno del año en Antena 3
Con el culo al aire arrasó en audiencia en su estreno de anoche. Más de 4 millones de espectadores (22% de share) siguieron el debut de la nueva comedia de Antena 3, lo que la convierte en el estreno más visto del año y en el mejor de una cadena desde El Barco (enero de 2011). Con el culo al aire también consiguió el "minuto de oro'" del día, a las 23.08, al congregar 4,7 millones de espectadores (23,6%).
Frente al callejón sin salida, Con el culo al aire pretende hacer, desde el título, un corte de mangas gamberro, transgresor. Los perdedores de la crisis se las ingenian para vivir del aire en un camping, “a 20 minutos de Madrid, como los ricos”. Nadie tiene casa. Hay pijos venidos a menos, sin dinero para llenar de gasolina el Mercedes, un agente inmobiliario que no vende una casa desde hace años, un parado aterrado porque su novia le ha dejado. Pero también, una doctora inhabilitada por consumo de anfetaminas, una madre permanentemente borracha, un encargado del camping cojo y violento, una hermana bastante punki.
Para sortear la falta de ingresos, los habitantes de este peculiar ecosistema se apuntan a ensayar un banco de tiempo -tu me cortas el pelo, yo te hago un café-, al margen de la economía que los margina. Hay, incluso, guiños incipientes al 15M –“¡indignao!”, le llaman a un guiri, disfrazado de perroflauta y que enseguida propone irse a Caños de Meca a practicar kitesurf (¡?)-. Pero el atisbo de economía alternativa da paso enseguida a la picaresca, no hay incómodas tiendas de campaña, sino bungalows. Y la declaración de intenciones se diluye en favor del apenas disimulado objetivo de hacer otra comedia de situación, cargada de diálogos ingeniosos, tópicos o chistes fáciles, de minidramas familiares con final feliz, de secretos entre vecinos, de pinceladas surrealistas. En suma, de repetir el éxito de Aída o Aquí no hay quien viva, por citar dos ejemplos cercanos, a partir del trabajo de un notable elenco de actores y actrices (Paco Tous, María León, Raúl Arévalo o Iñaki Miramón, entre otros).
La situación económica –“Estoy de que repitan los datos del paro hasta aquí”-, es un anzuelo para buscar, a toda costa, la empatía del espectador, como lo son las referencias a las redes sociales o a los productos de Apple. Se rebusca en un cubo de basura, pero para resolver una escena de líos. Se rompe un escaparate, pero para vengarse de un padre que no aparece, no de la tiranía del capital. La crisis queda como decorado. Y, a veces, se nota mucho que es de cartón piedra.
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