9 fotosLa mirada de CálizLa mirada de Cáliz 21 may 2010 - 17:56CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceDesde el último pueblo de Niger, Ngigmi, hasta el primer paso fronterizo, que no pueblo, del Chad hay unos 70 kilómetros. Tierra de nadie diría el refrán. Mujeres como las de la foto caminan por esa tierra, diríamos, de ellas. Algunas fronteras surgen como fortalezas. En cambio, otras, nadie las quiere, nadie las reivindica ni se pelea por ellas y por supuesto ni se plantea cerrar el paso a los seres humanos que por cierto, como acredita esta foto de las dos mujeres caminando en esa tierra de nadie, son anteriores a los estados nación.ALFREDO CÁLIZA veces alguien que a priori pudiera ser considerado enemigo tuyo, va y se pone delante de tu cámara para que le hagas un retrato. Sin duda, baraja la posibilidad de que la propia fotografía acabe por darle la razón. Se imagina salvado por obra y gracia de su propia imagen. Lo curioso de esta fotografía, como de la mayoría, es que viaja en varias direcciones, es decir, es polisémica. Su significado depende de quien la lea. Para los que Kiko Argüello era una especie de telepredicador iluminado la foto valía, pero lo curioso es que también valía para los que pensaban que Kiko era un buen hombre que llevaba a cabo una misión divina.ALFREDO CÁLIZA veces en algunas fotografías lo más importante es lo que queda fuera del cuadro. Empecemos por lo que se ve. Es Norman Foster vestido impecable, cómo acostumbra, con un escudero que le sujeta la taza del te. En realidad eso no lo ven pero les aseguro que pasó segundos después de disparar la cámara. Asomados a la foto un grupo de millonarios chinos que esperan un veredicto. Fuera de plano, dos cosas. Delante, más bien debajo, una parcela de terreno donde se proyecta una obra de varios millones de euros. Detrás del grupo de millonarios chinos dos periodistas. Jesús Rodríguez y Alfredo Cáliz vestidos con unos pantalones prestados sobre sus vaqueros porque el "código de vestimenta" no les permitía acceso a la reunión con los "jeans" a pelo.ALFREDO CÁLIZEl Ejido es uno de esos lugares nacidos de la nada. Le llaman "el mar de plásticos" y dicen que el reflejo de los invernaderos se puede ver desde la luna. Como nunca estuve en la luna no puedo decir si es verdad. Pero daremos por buena la versión del google earth. Lo que sí podemos asegurar es que Juan Enciso, que fue alcalde durante varios años, ha acabado en la cárcel. El milagro almeriense, entre rejas. Esperemos en los diferentes ejidos de esta España, milagros de este calibre.ALFREDO CÁLIZEstas dos muchachas que sonríen acarrean agua a sus casas. No siempre caminan riendo pero lo suelen hacer cuando hay un hombre blanco haciéndoles una fotografía. Me gusta que en mis fotos haya gente riéndose pero sobre todo si son negros. A veces resulta hasta osado. Gracias a Chema Caballero.ALFREDO CÁLIZLa colcha de color fucsia que iluminaba toda la habitación de esta casa de barro. Una colcha comprada con el primer dinero conseguido después de haber montado un pequeño negocio con el microcrédito ofrecido por PLAN. Una frase quizás demasiado larga para una cuestión tan sencilla. No tengo dinero, lo pido, son cuatro duros, monto un chiringuito donde vendo café con leche y con lo que gano me compro una maravillosa colcha fucsia.ALFREDO CÁLIZFuncionarios de prisiones de Herat en Afganistán. Cárcel nueva, carceleros antiguos. La alfombra roja la pagó la cooperación italiana. Hay que anotar que los italianos tienen gusto hasta para montar cárceles. Cuatro individuos, cuatro caracteres. Como en las fotos de August Sanders, con perdón. El obediente, el desconfiado, el estoico, el vago. Casar con la imagen es la parte que le toca al atento espectador.ALFREDO CÁLIZEsta fotografía está hecha de puntillas. Y ustedes dirán: "¿Y a mí que me importa?". Puede que tengan razón, de hecho, casi seguro que la tienen, pero les aseguro que esta foto está hecha de puntillas y que no sería lo mismo si hubiera tenido los dos píes en el suelo. Si alguien se empeña en saber la verdad se lo pregunten a Gustavo Martín Garzo que andaba por allí.ALFREDO CÁLIZEse que va corriendo colina de arena abajo soy yo y mi familia. Catherine, Joel y Liam. Al otro lado de la duna hay una cámara de placas colocada sobre un trípode y pertrechada de un cable disparador. Allí donde acaba el cable de hierro empieza el dedo de carne y hueso de un amigo mío que se llama Paul Kidd, pura humanidad todo él. Así que desvelada la trastienda de este disparo podemos empezar a discutir si esta foto debería estar en mi libro o en el de Paul. Un apunte, a él no le importa.ALFREDO CÁLIZ