11 fotosYves Saint Laurent. Retrato íntimo de un adiósYves Saint Laurent. Retrato íntimo de un adiós 22 jun 2008 - 00:00CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceEn el séptimo día del año 2002 el gran tímido citó a la prensa en su estudio de la Avenue Marceau. Quería anunciar que el desfile de alta costura previsto para dos semanas después sería el último.Comida en su piso de la Rue Babylone, en París. Era el 21 de enero de 2002, la víspera de su desfile de adiós.Hecho. Yves Saint Laurent ha concluido su carrera. Tras el desfile, sale a la pasarela a saludar.Tras su último desfile, Yves Saint Laurent no volvió a tocar un lápiz. Esa fue su primera muerte. Poco o nada se le vio entre el 22 de enero de 2002 y la noche de su definitiva despedida, el pasado 1 de junio, cuando murió con 71 años. Hace un año, por casualidad y tras una caída, le detectaron un cáncer de cerebro inoperable e incurable.Yves Saint Laurent nació en Orán y se instaló en París en los cincuenta a las órdenes del emperador de la alta costura, Christian Dior. Tras la muerte del maestro, Saint Laurent fue nombrado sucesor. Con 21 años, en 1958, alcanzó la gloria y deslumbró con su atrevimiento. En 1962, se independizó. La compañía se hizo tan grande que Gucci pagó 690 millones de euros en 1999 por hacerse con ella.Yves Saint Laurent dio a las mujeres pantalones para que caminaran hacia la libertad, les instó a disfrutar de su sexualidad sin complejos ni prejuicios y les trajo la riqueza de lejanas culturas para que ampliaran su visión del mundo. En 1966 abrió la primera tienda de 'prêt-à-porter' de un gran costurero.Un rincón de su estudio con fotos de sus pasiones: Catherine Deneuve, Marcel Proust y su pero acompañan un cuadro de Braque.Días después de que se tomaran las fotografías que ilustran este reportaje, los salones de la Avenue Marceau cesaron su actividad de creación y se convirtieron en un mausoleo. Se transformaron en la sede de la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent y allí se trasladaron los archivos de la casa: más de 5.000 vestidos conservados como obras de arte, que sólo se tocan con guantes de algodón.La obra del genial modisto entró pronto en los museos. Tenía 47 años cuando el Metropolitan de Nueva York le dedicó la primera retrospectiva a un diseñador vivo.Por exceso de autorreferencias o mero agotamiento, sus últimos años en activo fueron sombríos. Sus desfiles parecían momificados. Perfectos y caducos. Duraban el doble que el resto, y un presentador seguía anunciando cada modelo.Su madre, Lucienne Mathieu-Saint-Laurent, fue el gran amor de su hijo, su inspiración constante, su confidente y su guía. Escoltada por sus hijas Brigitte y Michèle asistió el 5 de junio al funeral del mayor de sus vástagos, junto a otros 600 invitados.