Guillermo García-Alcalde: periodismo, música y silencio

Guillermo García-Alcalde, periodista y editor, músico y crítico musical, practicó en sus últimos años la ironía más elegante de todas: el silencio. No era el silencio de un cartujo, sino de un hombre que decidió liberarse del pasado que ya se había perdido y sabía irrecuperable. Vivir lo que queda hasta entrar desnudo, sin rencores ni nostalgias, en el mar del olvido. Después de ser el editor más solvente, poderoso e influyente de Canarias durante más de 30 años casi desapareció del espacio público. En la tarde del lunes moría en la ciudad que eligió para vivir, Las Palmas de Gran Canaria, a los 82 años.

Nacido en Luarca (Asturias) en 1940, en una ocasión mandó una crítica musical a un periódico de Oviedo. Se la publicaron. Después envió muchas más. Tres años más tarde, a los 25, con una licenciatura en Derecho que obtuvo resignadamente por exigencia paterna, decidió dedicarse al periodismo. En 1966 estuvo en la redacción de La Provincia, y aunque regresó a la Península para sumarse a los efectivos de La Nueva España, volvió como director a La Provincia en 1972 y al timón se mantuvo un lustro denso, complejo, emocionante, entre el tardofranquismo y los inicios de la democracia parlamentaria, entre la brutalidad agonizante de la dictadura y una promesa de modernización política y social cuya defensa asumió el joven director con gallardía e inteligencia.

En 1977 se produjo lo que llamó el momento más importante de su vida profesional. Conoció a un empresario, Javier Moll, diez años más joven que él, que se empeñó y consiguió adquirir La Provincia, el núcleo original de Editorial Prensa Canaria, sociedad mercantil fundada en 1978, el año en el que fue aprobada la Constitución. Prensa Canaria constituyó, a su vez, la base de partida de la Editorial Prensa Ibérica, que controla actualmente 25 cabeceras en toda España. Como director general y consejero García-Alcalde tuvo una aportación decisiva en la transformación periodística, tecnológica e intelectual de La Provincia en el periódico más vendido e influyente de Canarias, así como en la expansión de EPI en toda España.

Hace poco se concedió el Premio Canarias de Comunicación, un galardón institucional que concede el Gobierno autonómico cada tres años. García Alcalde estuvo en el jurado –también fue muchos años jurado de los Premios Príncipe de Asturias– y es significativo de estas ínsulas baratarias que un periodista y creador de periódicos excepcional nunca obtuviera un reconocimiento como ese, pero lo llamaran para decidir a quién dárselo. Qué extraña generosidad la de este país. La música le provocaba placer físico y para él (un ateo tranquilamente convencido) significaba la experiencia más cercana a la trascendencia espiritual: escribió artículos y ensayos y estrenó ocho obras, la mayoría en los años noventa. Pero se sabía periodista: a través del periodismo conoció al mundo y a los hombres, el poder y el fracaso de todo poder, la verdad de las mentiras y las mentiras que encierra cada verdad, la necesidad de contar lo que pasa con inteligencia, con denuedo, con generosidad, con la sabiduría de adivinar que ha llegado la hora del silencio.

Alfonso González Jerez es periodista.