¿Y si la ciudad del futuro convirtiera autopistas en paseos urbanos?
Una exposición muestra la idea del Plan Director Urbanístico del área de Barcelona que dibuja la transformación de carreteras en “calles mayores” y espacio público entre municipios
¿Se pueden convertir las autopistas que rodean las urbes en agradables paseos urbanos? Una exposición en Barcelona imagina que sí y muestra planes para convertir autopistas, puentes o nudos viarios que unen ciudades del área metropolitana de Barcelona en avenidas o plazas e intercambiadores. Avenidas metropolitanas o espacio público que vertebren el transporte público y permitan llegar a pie o en bicicleta entre municipios. Grandes calles para distancias cortas, se titula la muestra. También de la ciudad hacia espacios abiertos. El concepto figura en el futuro Plan director urbanístico metropolitano de Barcelona, las reglas urbanísticas de la capital catalanas y los 35 municipios de su entorno que sustituirán a las actuales, de 1976 (el Plan General Metropolitano, PGM).
Avenidas que han conectado, pero también han aislado municipios, rodeándolos de asfalto. ¿Ejemplos para hacerse a la idea? Pues preguntarse si es normal que no se pueda salir de Barcelona a pie, caminando, ni por la Meridiana, ni por la Diagonal ni por la Gran Via, tres de sus grandes accesos. La ciudad termina y comienza con una autopista de tres, cuatro o seis carriles por sentido. O asistir a la transformación en una avenida, ya en marcha, de la carretera C-245 entre Sant Boi y Castelldefels, que permitirá ir andando entre estos municipios y tener al alcance equipamientos y varios usos.
“La superficie de las autopistas y nudos viarios suma tanto espacio como dos veces el distrito del Eixample”, dispara de saque Xavier Alarcón, comisario de la exposición. En el área de Barcelona se hacen cada día tres millones de desplazamientos. Y añade: “Se trata de reciclar espacios ahora pensados para los coches pero que tienen un enorme potencial en el futuro: transformar grandes infraestructuras y carreteras en avenidas y calles”. “Ojo”, puntualiza la otra comisaria, Helena Sanz: “la red de autopistas seguirá existiendo”. Pero no parte del asfalto destinado a los coches en un futuro donde la movilidad no tendrá otro remedio que ser más sostenible: por razones de salud, de costes de los combustibles, de fiscalidad sobre el vehículo privado. No deja de ser lo que están haciendo muchas ciudades del mundo, pacificando grandes arterias, a escala interurbana.
¿Pero es viable convertir el nudo de la Trinitat de Barcelona o el lío de autopistas que rodean el Baricentro, en el Vallès, en algo a escala humana, donde se pueda pasear, ir en bici o coger un bus rápido? No será mañana, ni en la próxima década, responden los urbanistas, ecólogos, ingenieros, arquitectos o expertos en movilidad que llevan años trabajando en el PDU. Defienden romper con la idea del “qué hago si no puedo ir en coche”. O darle la vuelta: “Contemplar que los condicionantes físicos no sean un impedimento”. “Sería imperdonable no tener un plan”, apunta Javier Ortigosa, experto en movilidad del equipo redactor del PDU.
Ortigosa recuerda que las rondas de Barcelona se dibujaron en 1966, las incluyó el PGM en 1976 y no se materializaron hasta los años 80 del pasado siglo. Ahora el horizonte de las avenidas metropolitanas está en 2050 años, tres décadas. Es ambicioso. Y si es factible, se contempla. “Los centros de las ciudades han mejorado, pero las periferias interurbanas han empeorado”, reflexiona Ortigosa. “Ahora tenemos el imaginario del espacio público de estancia contra la movilidad en coche”. Se trata de “catalizarlo”, defiende.
Helena Sanz recuerda que “las actuales infraestructuras viarias fueron muy costosas, no se trata de renunciar a ellas, porque tienen un potencial conector sobradamente demostrado y que ha convertido el territorio en competitivo. Ahora se trata de reciclar”. Hacer reservas para que en estas vías se implante transporte público de alta eficiencia (sacar coches no solo es bueno para la fluidez del tráfico privado, también para el público), carriles bici o se pueda pasear. “Que se pueda ir andando entre municipios”.
Isabel Torné, arquitecta experta en urbanismo del equipo redactor del PDU, añade que entre municipios hay muchos “vacíos urbanos reciclables”. No necesariamente creando fachadas urbanas, construyendo a ambos lados, también se pueden mejorar las conexiones entre áreas verdes.
La exposición muestra una ciudad “imaginada donde vías, autopistas y carreteras se han transformado en espacios públicos accesibles, sostenibles e integrados: tanto en la ciudad como en la naturaleza”. Podría existir, por ejemplo, una Gran Via que conecta el litoral entre los ríos Besòs y Llobregat con accesos a las playas andando, en bici o en bus. O la idea de la avenida que desde el Paral.lel de Barcelona se alarga hasta la N-340 y el Penedès, por el Ordal.
La exposición estará abierta en el espacio Mercè Sala (en la parada de metro de Diagonal) hasta el 10 de enero de 2023. Ubicada en un pasillo intercambiador, la muestra permite dos lecturas: una rápida, de grandes cifras y titulares; y otra reposada, con detalles y un dibujo de 23 metros. El material de la exposición parte de un concurso (Nudos y Cruces) y un debate técnico sobre el papel de los nudos viarios e infraestructura en el futuro, centrado en seis emplazamientos sobre los que había que hacer propuestas. Y para los más fans, te puedes llevar la exposición a casa en formato de un diario de papel.
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