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Espacios verdes que levantan el ánimo y mejoran la vida

Los pulmones vegetales de especies autóctonas en las ciudades son vitales para paliar los efectos del calentamiento global

Panorámica del Tiergarten de Berlín, un pulmón vegetal de 210 hectáreas en pleno centro de la ciudad.
Panorámica del Tiergarten de Berlín, un pulmón vegetal de 210 hectáreas en pleno centro de la ciudad.golero (Getty Images)

Una organización poco sospechosa de activismo ecológico como es el Foro Económico Mundial (FEM) ha afirmado que la principal amenaza para el planeta es la ambiental (Informe de riesgos globales 2020). Y se ha referido a los espacios verdes en las ciudades como una solución para mitigar los efectos del cambio climático y preservar la biodiversidad. “Pueden ayudar a mejorar la salud mental de las personas, reducir los efectos nocivos de la contaminación del aire e incluso contrarrestar el fenómeno de las islas de calor, donde las extensiones de hormigón y asfalto elevan las temperaturas de forma poco natural”, enumera en un artículo en el que se hace eco de la creciente popularidad de los pequeños bosques urbanos diseñados según el método del botánico japonés Akira Miyawaki: una amplia variedad de especies nativas en un espacio reducido y densamente plantado (la competencia por el agua y la luz las hace crecer más rápido), con una intervención mínima, y mucho más resilientes que los bosques de árboles no autóctonos.

La apuesta del FME la traen a colación Adrián Escudero, catedrático de Ecología de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC), y Fernando Valladares, profesor de Investigación en el Departamento de Biogeografía y Cambio Global, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), en un artículo a cuatro manos publicado en The Conversation, como ejemplo de toma de conciencia de una gran institución económica. “Los bosques urbanos son fundamentales para paliar los efectos del cambio climático en las ciudades”, remacha Escudero por teléfono. Retiran gases de efecto invernadero, son refrescantes y agradables. “Hemos de retomar la idea de que, mejorando la salud de nuestras ciudades, mejoramos la nuestra; no somos compartimentos estancos”, recuerda.

Amplio concepto

Escudero utiliza el sintagma “bosque urbano” como concepto paraguas para referirse a una amplia gama de procesos ecosistémicos naturales que hay que devolver a la vida, ya sea con árboles, que “nos evocan naturaleza”, o con matorral. “Desde mi punto de vista, bosque urbano puede ser desde una lámina de agua a una zona restaurada, un parque, un remanente de bosque natural”, comenta. Igual que habla de infraestructuras verdes —”un color que culturalmente tiene unas connotaciones muy positivas”—, aunque en los climas áridos y semiáridos las plantas —espartales, vegetación de saladares o yeseros— sean parduzcas, blancas, amarillas. La cuestión es que “hemos de renaturalizar el entorno urbano”, insiste.

Para formar el Anillo Verde de Vitoria (Capital Verde Europea en 2012, Capital Verde Global en 2019) se recuperaron ecosistemas degradados (como humedales) y se plantaron 250.000 árboles y arbustos, según información del Ayuntamiento de la capital vasca. “Se prioriza la utilización de planta autóctona no solo en lo que respecta a la especie, sino también en lo que se refiere a la procedencia de la semilla y zona de cultivo, en tanto en cuanto puede haber rasgos ecotípicos que favorezcan el desarrollo del bosque”, señalaba en diciembre de 2012. Este enorme perímetro de hojas y ramas de casi 1.000 hectáreas, a punto de completarse, “está aportando, entre otros servicios ecosistémicos, la mejora de la biodiversidad, el paisaje y la calidad del agua subterránea, la prevención de inundaciones en el casco urbano, el aumento de la permeabilidad ecológica, el incremento de las posibilidades de ocio en la naturaleza o la promoción de la educación ambiental”, precisa el dosier municipal.

Recuperación de parcelas

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Junto a infraestructuras ambiciosas conviven actuaciones de recuperación de parcelas más pequeñas para acercar la naturaleza a los vecinos. Los llamados bosques de Miyawaki, que se basan en los principios de la vegetación natural potencial (la vegetación esperable, según las limitaciones ambientales, sin una perturbación o la intervención humana), están transformando “pequeños fragmentos de tierra baldía” (la cita es del artículo del FME) por todo el mundo, desde la India a la Amazonia, pasando por Europa, donde se desarrolla Tiny Forest en Países Bajos y Urban Forests en Bélgica y Francia. “Con los años, las plantas con flores, las hierbas, los musgos y los hongos aparecerán bajo la cubierta de los árboles. El bosque proporciona refugio a pájaros, insectos y pequeños mamíferos. Un estudio holandés mostró que la biodiversidad animal de un bosque de Miyawaki es, en promedio, 18 veces mayor que la de uno convencional. Dependiendo de la especie, podemos observar de 2 a 162 veces más”, se lee en la web de este último proyecto.

Al impresionante Tiergarten y sus 210 hectáreas de pulmón vegetal en pleno centro de Berlín se suma una proliferación de espacios verdes de menor tamaño en los barrios periféricos. El modelo urbano de supermanzanas introducido por Salvador Rueda en Barcelona —varias manzanas restringidas al vehículo motorizado privado y con velocidad máxima de 10 kilómetros por hora envueltas en una red viaria perimetral donde se concentra el tráfico— permite una renaturalización de los espacios públicos que quedan en su interior, como apunta Escudero, que defiende la idea de que las especies autóctonas, sean cuales sean, colonicen espacios que les robó el asfalto y permitan a los urbanitas conectar con el medio natural. Por el contrario, fabricar, a golpe de agua y energía, una pradera de césped en un clima seco, que no es el suyo, resulta muy poco ecológico, por mucho valor ambiental que, culturalmente, le demos al verde. “Eso es pintar de verde la ciudad”, lo define.

La floresta de Madrid

Una de las medidas incluidas en el Plan Madrid 360º es el Bosque Metropolitano de Madrid: un anillo forestal de 75 kilómetros alrededor de la ciudad, con especial incidencia en la zona sur. “Será el nuevo pulmón verde”, informan fuentes municipales. La enorme infraestructura, que se acomete despiezada en cinco proyectos, quedará completa en unos 12 años, según está previsto, y estará formada por “especies autóctonas representativas del patrimonio natural, adaptadas a las condiciones del territorio y a los escenarios de cambio climático previstos: encinas, álamos, acebuches, madroños, pinos piñoneros y carrascos, algarrobos, sauces, fresnos, olmos y otras especies arbóreas, acompañadas de retamas, majuelos, adelfos, romeros, tomillos, enebros, jaras y otros arbustos y matas”. En total, unos 450.000 árboles que actuarán de “cinturón ecológico” y de “barrera efectiva contra la desertización”, mejorando la calidad del aire en todo el municipio. “Cuando el bosque alcance la madurez supondrá la absorción de 170.000 toneladas de CO2”.

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