Una grafitera interviene en un pleno en Madrid para defender su obra
El grafiti se quedará donde está porque el PSOE, que había pedido su retirada por considerarlo ofensivo para las mujeres, rectifica y pide perdón
"Mi nombre es Didi Leona y me veo en la obligación de hacerles este ruego para que no censuren ni persigan mis obras de la calle Elvira que el PSOE denunció". Con la voz firme, mucho aplomo y una mascarilla en la cara para evitar ser reconocida, Didi Leona se convirtió anoche en la primera grafitera de la que se tiene noticia en intervenir en un pleno municipal en defensa de su obra, un hecho insólito en un mundo tan opaco.
Arriesgándose mucho, ya que parte de la obra de esta artista plástica y tatuadora es ilegal, Didi Leona dio el paso de pedir el turno de palabra vecinal en el pleno de la Junta de Distrito de Salamanca para evitar que el Ayuntamiento de Madrid borre tres grafitis legales, es decir, por encargo, que pintó en diciembre en los cierres de un local. Son las caricaturas de cuatro perritas en tanga y sujetador, armadas con metralletas y con los lemas dirty girl (chica sucia) y bitch power (el poder de las zorras).
El asunto lo llevó al pleno de diciembre la vocal vecinal a propuesta del PSOE Teresa López Chamosa, que recogió "la enorme alarma" y "el rechazo" que el grafiti había causado en la asociación de vecinos de la colonia de chalés de Fuente del Berro, preocupada sobre todo por los niños de un colegio religioso cercano. "¿Va a tomar la Junta alguna medida para quitar unos grafitis eminentemente pornográficos y vejatorios para la mujer?", preguntó a José Fernández, concejal presidente del distrito, del PP. Fernández mandó a un equipo de limpieza del Selur a borrarlo, pero no pudieron llevar a cabo el mandato al tratarse de un local privado. Después, dio una instrucción a la policía para que estudiaran si contraviene la ordenanza de publicidad exterior.
El martes por la tarde, Didi y una decena de personas que había acudido a apoyarla esperaron pacientemente durante horas su turno, sentados entre los vecinos. Cuando se abrieron los ruegos y preguntas, el grupo entero, entre los que destacaban las chicas con las mismas mascarillas de camuflaje que la grafiera, se levantó con folios en los que se defendía la libertad de expresión y la libertad artística. Fernández, visiblemente enfadado, les instó a bajar los carteles o desalojaría la sala. "Hemos venido a escuchar a Didi y no nos dejáis escucharla", aseguró, ante el estupor del grupo, que estaba protestando en silencio. Desistieron y se sentaron.
Micrófono en mano, Didi defendió que su arte "es feminista, por mucho que intenten cuestionarlo" y recordó que no es ni será la primera feminista en "utilizar la apropiación de insultos para revertirlos". "A finales del siglo XIX, Hubertine Auclert se definió como feminista, un insulto usado sobre todo por Alejandro Dumas hijo para definir a los hombres que apoyaban el sufragio universal", trajo a colación.
La grafitera, que hizo hincapié en que "la mujer no necesita la aprobación de nadie salvo de sí misma", alegó que sus perras no son niñas hipersexualizadas como las que sí se pueden ver en la publicidad, en la televisión y en el cine, sino mujeres "armadas, no sumisas, luchadoras". Tampoco van desnudas, sino que "enseñan" parte de su cuerpo. "Pero todos los cuerpos son válidos. Para las feministas, los pechos de las mujeres son iguales a los de los hombres, no un elemento sexual".
Por último, Didi retó a los políticos presentes a pasear por su barrio, Usera. "Si quieren, yo les hago de guía turística de las cosas que sí pueden dañar los cerebros de los niños y de las niñas", les espetó, en referencia a la "publicidad de prostitución, una plaga en todo Madrid, la pobreza, salones de juego y las mujeres reales desnudas o semidesnudas por las calles para vender cualquier producto".
Tras escuchar su manifiesto, hecho en los tres minutos estrictos que están estipulados por turno de palabra y contados por un reloj digital, el concejal presidente leyó la respuesta hecha por escrito por el grupo socialista, con cuatro puntos, en la que rectifican su postura inicial y piden perdón. El PSOE afirma que en ningún caso quiso "ofender a la artista". "Pedimos disculpas si se ha sentido ofendida por alguna expresión usada en el debate político, respetamos su obra y su voluntad", asegura el escrito, que añade que Didi "ni promociona la prostitución ni la violencia de género".
"¿Y ya está?", se preguntaba incrédula Didi. Sí porque, tras esta rectificación de los socialistas, a la que se sumó el propio concejal, el caso se considera cerrado. "No he recibido ningún informe que diga que contraviene alguna ordenanza", certificó una vez acabado el pleno Fernández, que no piensa tomar ninguna otra iniciativa para retirar los murales. Entre el barullo del pleno que concluía, sobre las once y media de la noche, una anciana elegantísima, con una melena corta y blanca, vestida con jersey de cuello alto negro y pantalón del mismo color, se acercó a Didi. "Perdona, ¿tú eres la autora del grafiti?". "Sí", contestó ella, esperándose lo peor. Pero la señora sonrió: "Solo quería decirte que me en-can-ta".
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