_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ratas

Los roedores vuelven a inundar Alcorcón y los vecinos se lo toman a guasa; el humor es un arma poderosa

Basura desbordando la zona de contenedores en una calle de Alcorcón, en abril de 2019.
Basura desbordando la zona de contenedores en una calle de Alcorcón, en abril de 2019.JENIFER SANTAREN

En los barrios, al igual que en los pueblos, el humor se oraliza y es deslenguado. Está en los bares, en los parques, en las plazas, en los mercados y hasta se grita desde los balcones. Está en la frase que te dice el tendero, en el mote que te ponen tus amigas, en los nombres con los que designas los lugares que conoces y, en infinidad de ocasiones, en los recuerdos que sabes que un día fueron graciosos y que, aunque ya no te consta exactamente por qué motivo, cuando los verbalizas con el grupo de siempre, te vuelven a hacer reír.

El humor es un arma poderosa, un a mal tiempo buena cara, una manera de rebajar tensiones y de ponerle alegría a las penas que, en los extrarradios, como en cualquier lado, las hay y, a veces, sin medios, son más hondas y, precisamente por eso, más penas. Se manifiesta de múltiples formas y en las redes sociales, ha encontrado un vehículo de expresión que no deja de crecer por el sumatorio de ocurrencias.

Un gran ejemplo son las chanzas con las ratas en mi localidad. Ahora mismo, en Alcorcón tenemos un lío grande a raíz de la aparición de unas vecinas a las que nadie quiere. El asunto no es reciente. Tras años de problemas con las basuras, de no entender por qué había restos de inmundicias en torno a unas islas ecológicas que parecían monstruos con las fauces llenas de suciedad y de ver cómo nuestro municipio se había convertido en un estercolero desagradable y, sobre todo en verano, hediondo, han hecho acto de aparición los roedores para desgracia de los vecinos.

Lo cierto es que ya en 2017, la televisión, que suele venir a vernos solo para las cosas malas, documentaba avistamientos de estos animales y no debió zanjarse bien el tema cuando, como forma "flamante" de estrenar este 2020, residentes de la Calle Cisneros, situada en la zona más céntrica de la ciudad, han dado la voz de alarma debido a que las ratas han vuelto. O quizá nunca se fueron.

La respuesta de la gente ha sido denunciar y la de la empresa municipal que se encarga de la limpieza actuar. Entre tanto, el humor se ha colado por todos lados, no sé si para consuelo pero sí para descargo de los habitantes del barrio.

Hardcorcon, tuitstar de nuestra patria chica, que ya ha salido en esta sección, hasta organizó una encuesta en la que preguntaba qué se podría hacer con lo que él define como "ratas mutantes gigantes" y dio cuatro alternativas de respuesta: Montar Eurodisney, rodar Ratatouille 2, ratificar la situación y "un señor de Cuenca", que es una opción que suele proponer siempre que lleva a cabo este tipo de "investigaciones". Ganó Ratatouille y hubo reacciones buenísimas, como un meme de Cris García de El flautista de Hamelín o la propuesta de Mario Gallardo de entrenar a las Tortugas Ninja. La situación ha hecho que corran ríos de tinta guasona internáutica lo cual demuestra que el barrio es genio, cuando toca, e ingenio todo el rato.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_