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ANÁLISIS
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Recrear el pasado

Abrir 2020 con la 'Aida' de los decorados de Cabanes responde al mismo objetivo del Liceo de sorprender al público que la futurista 'Turandot' de Franc Aleu

La 'Aida' del Liceo, con el decorado de Cabanes.
La 'Aida' del Liceo, con el decorado de Cabanes.ANTONI BOFILL

Al abrir el 2020 con la reposición de la vieja producción de Aida creada por Josep Mestres Cabanes en 1945, el Liceo propone algo más que un ejercicio de nostalgia. El mismo teatro que el pasado octubre sorprendía en la inauguración de la temporada con una apuesta por las tecnologías de vanguardia —un montaje de Turandot,de Puccini, con estética de videojuego, luces Led, brazos robóticos y gafas de realidad virtual, creado por el videocreador Franc Aleu—, saluda el nuevo año con un emocionante viaje al pasado que nos transporta con bella artesanía teatral al Egipto fantástico e idealizado por Mestres Cabanes con hiperrealistas telones pintados, creados hace setenta y cinco años para su histórico montaje de la joya verdiana.

Dos mundos, dos estéticas, dos formas de soñar la escena operística que, curiosamente, comparten un objetivo común que los une en el tiempo; en el fondo, entre la China de aires galácticos de Aleu y el Egipto de papel pintado y perspectivas majestuosas de Mestres Cabanes, el reto es el mismo: sorprender al público con un marco escénico en el que se agiten las pasiones líricas.

Los decorados, restaurados por Jordi Castells, brillan con una bien matizada iluminación de Albet Faura que usa focos de menor potencia: el calor que desprendían los focos modernos que el Liceo usaba hace veinte años ponía en peligro la integridad de los decorados de papel y la seguridad del teatro. Y los cantantes, acostumbrados al abrigo de las cajas escénicas actuales, se sienten más desnudos al cantar entre frágiles decorados que dejan el espacio abierto, limitando la proyección de las voces. Verdi, pues, a la antigua usanza, pero con el mismo reto, dejar que la pasión por el canto, la belleza musical y el pulso dramático de la partitura emocione al público.

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