Shakespeare en versión ‘circo de cámara’
La payasa catalana Alba Sarraute revisiona en el Maldà un clásico del dramaturgo inglés en ‘Desvariacions d'Otel·lo’


Desvariar no quiere decir que a alguien se le vaya la olla. No. Alba Sarraute, actriz, clown, acróbata…, se ha permitido el lujo de reflexionar en voz alta (es decir, hablando lo que piensa) sobre el Otel·lo de Shakespeare. “Es un espectáculo muy surrealista, muy mío, yo a solas”, explica sobre Desvariacions d'Otel·lo (en el Maldà hasta el 12 de enero), donde revisita la obra del dramaturgo inglés tomándose muchas licencias.
“He visto que la Wikipedia dice que en el teatro de cámara cogían a los clásicos y hacían con ellos lo que les daba la gana [la enciclopedia virtual habla de la libertad total en la manera de tratar el tema]”, dice, entre risas, Sarraute. Y eso es lo que hace, pero en formado circo, porque el pequeño escenario del Maldà está repleto de elementos circenses, desde la cortina que esconde el backstage, a una escalera que cuelga del techo, cordeles que hacen subir o bajar máscaras... Todo son elementos fabricados por la misma protagonista: desde las caretas hasta los fantásticos dibujos que se proyectan constantemente. Sarraute también es la encargada de elaborar los vídeos, junto a Caterina Angeloni, de El gato producciones.
Estas desvariaciones, íntimas, rellenas de muchos géneros (acrobacia, mimo, teatro de texto, máscaras, sombras chinescas, incluso bulerías...), son un viaje que nos plantea la misma Alba a partir de su miedo al amor. “La luna y el sol nunca podrán estar juntos por culpa del miedo”, dice la artista. La culpa... La culpa es lo que más dolor nos crea. “Parece que nos tengamos que justificar por lo que sentimos, por amor, por todo... Y no, tiene que quedar clara una cosa: ¡No somos culpables de nuestros sentimientos!”
Los personajes shakespearianos toman otros derroteros en la imaginación de Sarraute: la luna es Otelo; el sol es Desdémona y el miedo, el odioso Yago. La historia que nos narra ahora, entre surrealista y mágica, viene de la canción Nuevo día de la pareja flamenca Lole y Manuel y que ella, sobre una escalera de cuerdas, baila en la obra mientras suena el single en un tocadiscos setentero. El actor Alberto San Juan, de Animalario, con quien la actriz había coincidido en Capitalismo, hazles reír en Madrid, se la cantaba: La noche llegó, porque la montaña se ha tragao al sol... “Es, precisamante, la historia que explico: el sol y la luna... siempre separados...”
Todo viene, de hecho, de una desengaño amoroso que sufrió la autora hace casi 10 años. Le dio muchas vueltas al tema del miedo y del amor y de los sentimientos... Temas universales, clásicos, shakespearianos. “Yo llego al circo desde el teatro, quiero decir que de Shakespeare y de su universo ya estaba enamorada cuando tenía 16 años”, argumenta Sarraute. La payasa, formada en el aula de Teatro de Mataró, en la Beckett, en la Escuela Rogelio Rivel de Barcelona y en la presitigiosa Academia Fratellini de París, concibe el teatro desde el movimiento.
De hecho, despliega sobre el escenario todos sus recursos: visuales, rítmicos, gestuales, interpretativos... La obra empieza absolutamente abierta. Se dirige a los espectadores como Desdémona, les habla, les abre su corazón explicándoles sus sentimientos de tú a tú. “Poco a poco, va apareciendo la cuarta pared”, dice. Es cuando empieza a narrar, siempre con su sello, la historia de la traición de Iago.
Esta pequeña joya llegará al Grec el año que viene, transformado en Desdèmona, un espectáculo de gran formato que ve reducido el texto y gana en elementos visuales, con mástiles, equilibrios, acrobacias, que ya está ensayando con su compañía. “Llegó el dinero y lo que ahora es un solo se convertirá en un trabajo colectivo en escena”, dice Sarraute.
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