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Los presos mantienen la motivación del soberanismo

Las entidades nacionalistas promueven una campaña contra entidades bancarias y llaman a la desobediencia

Manifestación independentista, este miércoles en Barcelona.
Manifestación independentista, este miércoles en Barcelona.JUAN BARBOSA
Cristian Segura

Entre el gentío es difícil discernir si en la manifestación independentista de este miércoles, 11 de septiembre, hubo más o menos asistentes que en ediciones anteriores. Sí hay un hecho diferencial respecto a las diadas masivas del pasado: los asistentes empezaron a abandonar la concentración mucho antes. Cuando faltaban quince minutos para las seis de la tarde, cuando arrancaban los discursos de los líderes de las organizaciones convocantes, el público inició paulatinamente el retorno a casa o el avituallamento en algún bar.

“Este año solo hemos venido por la injusticia de los presos. Y casi te diría que también venimos en contra de los líderes políticos”, explicó Cristina Gálvez, vecina de Sant Cugat del Vallès. Su amiga Anna asintió y añadió que la desunión entre los partidos desmotivaba a las bases del movimiento independentista.

Esta desunión surge de las diferencias entre ERC, partidaria de una línea conciliadora a favor de insistir en un nuevo referéndum negociado, y el mundo de Junts per Catalunya, que recibe apoyo de los partidarios de mantener la unilateralidad.

Las diferencias también se visualizaban entre los asistentes a la Diada. Si Gálvez y sus amigas son partidarias de persistir en un nuevo referéndum “con todas las de la ley y el reconocimiento internacional”, Mertxe Mir y Alicia Rosselló se declaraban a favor de declarar ya la independencia.

Mir y Rosselló, procedentes de La Garriga y de Barcelona respectivamente, admitían que este año participaban en la manifestación solo por los presos. Rosselló, funcionaria de justicia jubilada, subrayó que había acudido a todas las protestas masivas anteriores procedente de Madrid, donde residía. “La unilateralidad es inevitable porque España no nos deja hacer el referéndum”, recalcó Rosselló.

En la manifestación tuvo un protagonismo especial la campaña “Consum Estratègic” para promocionar a empresas que hayan destacado por su defensa de la autodeterminación y de la identidad catalana. Desde la megafonía de la organización, en la Gran vía de les Corts, un narrador destacaba el apoyo brindado por la empresa de bebidas Sant Aniol y por los supermercados Bon Preu.

Los tenderetes de mercadotecnia y propaganda de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y de Òmnium Cultural distribuían folletos informativos sobre Consum Estratègic. Estos documentos subrayan la necesidad de tejer “una realidad económica desvinculada de los poderes políticos y de los oligopolios que participan en la campaña del miedo. Potenciar la creación de estructuras económicas desvinculadas de las empresas del Ibex 35 y de los poderes políticos del Estado”.

Oficinas del centro de Barcelona de bancos como CaixaBank, Sabadell, Santander y BBVA aparecieron ayer marcadas con carteles que las señalaban como “empresas que financian la represión”. Los carteles iban firmados por el colectivo Tsunami Democrático, una campaña para una próxima desobediencia civil contra la sentencia del Tribunal Supremo en el juicio del 1-O, y a la que dan apoyo ANC y Òmnium, pero también el presidente de la Generalitat, Quim Torra, su vicepresidente económico, Pere Aragonès, y el presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent.

Los discursos de la Diada pidieron apoyo a este consumo patriótico y al boicot a las compañías no adeptas: “Nuestras decisiones reponsables diarias son estratégicas para conseguir la independencia. No tengamos miedo de denunciar las injusticias y a no cooperar con el opresor. Tenemos el derecho a incumplir las leyes injustas, tenemos derecho a desobedecer", leyeron dos actores en el escenario. "Como decía Gandhi, vienen sacrificios, y deberemos aceptar las consecuencias de nuestros actos”, gritó el vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri, por la megafonía mientras miles de asistentes ya hacía rato que tomaban el camino de vuelta a sus hogares.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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