El cazatalentos que ganó un Mundial júnior con Gasol
El alero se descolgó de la generación de oro del baloncesto, pero gozó de una larga y notable carrera y ahora trabaja en Londres
Souleymane Drame trabaja como cazatalentos en una empresa con sede en Londres. De haber sido un cazatalentos deportivo hace 20 años no hubiera dudado, ni él ni nadie, en apostar a que iba a ser protagonista de una larga y exitosa carrera en el baloncesto. Por entonces, en 1999, tenía 19 años y se le adivinaba un futuro exitoso. Había ganado casi todo lo que puede ganar un jugador de baloncesto a esa edad: el Mundial júnior, el Europeo Sub-18, el Campeonato de España, el prestigioso Torneo de Manheim y ya había firmado su primer contrato profesional con el Joventut. Su evolución no prosiguió al ritmo que la de sus compañeros de generación, que ahora contemplan carreras plagadas de éxitos, las de Pau Gasol, Raúl López, Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes, José Manuel Calderón o Berni Rodríguez, una generación sin precedentes, la de los júniors de oro.
“Sí, ganamos aquel Mundial y acabamos de darnos cuenta de que estábamos entre los mejores del mundo”, relata Drame en conversación desde Londres, donde reside y trabaja. En 1997, falleció su padre. “Pensaba irme a EE UU, tenía una oferta de la Universidad de Saint John’s. Tengo tres hermanos menores y debía cuidar de ellos”. Antes de eso, su padre le animaba a ir a Estados Unidos. “Me había dicho que lo peor que me podia pasar era que tuviera que volver, pero habiendo acabado una carrera; y si había suerte, podría jugar en la NBA”.
Sueños desvanecidos, aunque Drame seguía siendo uno de los juniors más prometedores en Europa. Pero el siguiente paso no fue como esperaba. “No jugaba en el Joventut. En mi posición estaba Aaron Swinson, uno de los mejores americanos de la ACB, y apenas jugué. Fue muy duro. En el Mundial junior recuperé sensaciones, pero la situación no cambió mucho. Muchos compañeros jugaron en segundos equipos y fueron progresando. Fue un gran error pasarme dos años en el banquillo durante mi etapa de formación, casi un suicidio en lo deportivo. Es muchísimo tiempo. No acababa de dar el salto. Me fui cedido al Murcia en la LEB (segunda categoría) y tuve un año buenísimo. Volví a Badalona, pero otra vez fui al banquillo. La solución era salir fuera para disponer de minutos de juego. Regresé a la LEB. Ya tenía 24 o 25 años. Volver a la ACB era muy complicado”.
Desde Nigeria
Su talante optimista y su espíritu emprendedor le permitieron sobreponerse, como lo había hecho a lo largo de su vida. Nació en Ibadan, Nigeria. Su padre aceptó una oferta para trabajar en una empresa de aluminio en Granollers. Un año después se trasladó toda la familia. Souley tenía un año. Se mudaron a Mataró. Y allí, se apuntó al baloncesto. “Me pasaba el día jugando a fútbol”, rememora. “Vivía cerca de los Salesianos. El equipo de baloncesto de la Unió Esportiva de Mataró iba a entrenarse allí. Un día me hice daño en un tobillo y me puse a jugar al 21. El entrenador de baloncesto me preguntó la edad. Cuando le dije que tenía 11 años casi no se lo creía. Era muy alto. Empecé a jugar con ellos. Teníamos un buen equipo. Jugábamos en preferente, contra el Barça, contra el Joventut. Me querían fichar. Tuve que tomar una decisión de persona madura. Hablé con mis padres y llegamos a la conclusión de que el Joventut daba más oportunidades a los jóvenes. Me costeaban los estudios. Cada día iba y venía. Al segundo año, me fui a vivir a un piso con Miquel Nolis (entrenador de la cantera) y Raúl López. Y empecé a jugar en la selección, casi siempre contra jugadores de más edad”. En su casa no tenían televisión. Eso le hacía dedicar más tiempo al deporte. Las notas en el colegio no podían representar ningún problema ya que el Joventut les exigía que aprobaran o de lo contrario no les permitía acudir a la selección.
Tras haber llegado a la cima como júnior y sus dificultades en la ACB, el máximo nivel del baloncesto español, supo asumir la exigencia de la Liga LEB, un escalón inferior, pero en la que sí rindió a un nivel notable. “Te das cuenta de que no llegas. Debes ser emocionalmente inteligente y fuerte. Soy realista antes de irme a dormir, me gusta analizar lo que he hecho bien y lo que no, y qué puedo hacer para mejorar. Me dije: ‘No voy a ir al Mundial, ni a la selección, ni jugaré en la ACB, pero tengo una familia. Esta carrera son 10 o 12 años, después tendré 40 años por delante. Por lo tanto sigo siendo un afortunado con un buen salario y haciendo lo que me gusta. Voy a disfrutar lo máximo, a prepararme académicamente ahora, a evitar hacer tonterías y, si hago bien las cosas, voy a estar en una situación que mucha gente con carrera ni siquiera soñaría”. Así fue.
Drame concluyó una muy respetable carrera como jugador y destacó en varios equipos punteros de la Liga LEB. “No he ganado millones como algunos de mis compañeros, pero no me puedo quejar”, resuelve. Una vez concluyó su carrera, en 2011 con el Barça B, se buscó la vida. “Tuve miedo de mi adaptación al mercado laboral porque salía de mi zona de confort. Pero encontré trabajo enseguida, en eventos deportivos con ocasión del Mundial de natación de 2013. Fui coordinador de voluntarios. Me encargaba de los patrocinadores. Luego, elegí ir a Londres, donde la tasa de paro era baja. Iba para un par de meses, llevaba una maleta pequeñita. Londres es muy caro, pero los salarios estaban muy bien. Entré en una empresa, superé todos los objetivos y aquí sigo cinco años después y ya de principal”. Y Drame vuelve a sonreír. A su manera, ha triunfado.
"Fue un gran error estar en el banquillo"
Lugar de nacimiento y edad: Ibadan (Nigeria). 39 años.
Formación: Administración de empresas.
El peor momento de su carrera profesional: Cuando vio la realidad y se dio cuenta de que no iba a conseguir una carrera larga en la ACB y jugando en la selección absoluta.
¿Qué hace en la actualidad? Trabaja en una empresa en Londres como cazatalentos.
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