Un desfile sin cabra
Tras el discurso del alcalde Almeida cabe presumir que los municipales madrileños estarán listos y a sus órdenes para desocupar a okupas y desmantelar a manteros, labor a la que se aplicarán estos días con entusiasmo
Buena parte de la Policía Municipal de Madrid tenía un doble motivo para celebrar el desfile de su patrón: que han vuelto al Retiro donde creen que el acto tiene el realce que se merecen y que ya no está Carmena al mando del Ayuntamiento.
Por razones inexplicables, a la policía madrileña, o a los restos de sus viejos mandos, le gustan especialmente los desfiles; intentan dotarlos de la marcialidad necesaria, de blancos uniformes de gala entre los oficiales que se confunden con la marinería y de todo el aparato que puedan aportar, entre caballos, coches patrulla y bicicletas. Esa fue su primera petición de urgencia al nuevo alcalde: hacer regresar el desfile al Retiro, un escenario a su altura.
Y por el Retiro desfilaron para mayor gloria del cuerpo. Si uno se pone estricto, en el sentido castrense de la palabra, el desfile, como todos los desfiles de los municipales de Madrid, fue ridículo. Pero a ellos les gusta, mucho más que poner multas. Menos mal que no había cabra.
Resuelto este acto que no pasará a la historia, la Policía Municipal, o los restos de sus viejos mandos, aprovechó la ocasión para agasajar al nuevo alcalde y ponerse a sus órdenes. Ya le pedirán que rescate del baúl de los recuerdos su viejo anhelo de una unidad antidisturbios, algo a lo que se han opuesto desde hace tiempo Interior y todos sus ministros, porque hay experiencia acreditada sobre lo que han hecho los municipales, en algunas localidades, cuando se ponen las botas para patear vecinos. Por ir más lejos, uno de los precursores de la idea de cuerpos municipales antidisturbios fue el famoso Jesús Gil; también de cuerpos de información… para espiar a los vecinos, claro está.
Pero ayer era San Juan y tocaba desfile. Tras el discurso del alcalde Almeida cabe presumir que los municipales madrileños estarán listos y a sus órdenes para desocupar a okupas y desmantelar a los manteros, labor a la que se aplicarán estos días con entusiasmo.
Entusiasmo que no han mostrado durante el mandato de Carmena porque hay que reconocer que para Ahora Madrid, cuando llegó al Consistorio en 2015, gobernar la Policía Municipal era complejo y, de algún modo, antinatural, dado el carácter antisistema de algunos de sus componentes. El concejal de turno, Javier Barbero, fracasó en la tarea de gestión, eso es un hecho. Así que la anterior Corporación vivió su particular pesadilla con el cuerpo, que no solo no mostró nunca ninguna lealtad sino que, por lo que pudo conocerse de algunos de sus componentes, tenían una opinión formada sobre la alcaldesa, a la que desearon otro fin en la matanza de Atocha, como divulgaban en sus whatsapps internos. Aquello fue un incidente, juzgado pero sobreseído, tan indicativo sin embargo como el sesgo ideológico de los principales sindicatos del cuerpo.
Ahora las estadísticas muestran que la policía madrileña detiene según le conviene. Y, nada más saberse quién iba a ser el nuevo alcalde, actuó en consecuencia. Luego, pidió el desfile en el Retiro y lo obtuvo. Eso sí, sin cabra.
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